LA OBESIDAD Y LAS DIETAS
por
Horacio Velmont
Si uno le preguntara a cualquier
persona, incluso a un niño, qué le parece si para que un globo aerostático se
elevara lo mejor sería forzar el motor antes que eliminar las bolsas de arena,
lo primero que respondería es que eso es un absurdo.
Sin embargo, éste es el sistema de
las dietas.
Cuando
leemos que un médico, y para colmo especialista en nutrición como lo es el
doctor Cormillot, dice a los cuatro vientos que la obesidad no es un tema
psicológico, pues simplemente aterra, pues revela un atraso no solo de él, que
es solo un representante de la Medicina Oficial, sino de la Medicina en
general, de más de medio siglo.
Entonces
uno se pregunta con toda lógica cuánto más habrá que esperar para que los
médicos, sean clínicos, psicoanalistas o psiquiatras, tomen conciencia de que
existen descubrimientos sobre el mecanismo mental que no enseñan --aún-- en las
universidades.
El origen
de la obesidad, así como de otros trastornos mentales, fue descubierto en la
década del cuarenta por L. Ronald Hubbard y dado a conocer al mundo en 1950,
fecha de la primera edición de su libro "Dianética, la ciencia moderna de
la salud mental".
En este
libro Hubbard da cuenta de la existencia de una segunda mente en el hombre, que
llamó reactiva porque no razona antes de actuar sino que reacciona
automáticamente ante un determinado estímulo, y también de su contenido de
engramas, que son similares a órdenes hipnóticas.
La mente
reactiva es un mecanismo de supervivencia que tienen todos los seres vivos, y
no solo el hombre sino también los animales y también las plantas. Ésta es la
mente que provoca los trastornos, no la mente analítica que es totalmente
inocente.
Precisamente,
el no tener en cuenta a la mente reactiva ha llevado a la Medicina a culpar a
la mente analítica de todos los desaguisados, cuando no es así.
Es muy
sencillo demostrar cómo actúa la mente reactiva y los engramas en el caso de la
obesidad, que es el tema que ahora nos ocupa, pues los engramas son órdenes
hipnóticas.
La diferencia
entre un engrama y una orden hipnótica es que mientras los engramas entran a la
mente reactiva subrepticiamente cuando la mente analítica se desconecta por
algún golpe, por ejemplo un peatón que es atropellado por un vehículo, las
órdenes hipnóticas carecen de dolor, y además la persona generalmente se presta
a ser hipnotizada.
Si una
orden hipnótica contuviera dolor y el sujeto fuera forzado a ser hipnotizado,
quizás con drogas, entonces no habría diferencia con los engramas.
Para
demostrar cómo opera un engrama en el tema de la obesidad basta imaginar a un
hipnotizador que pone en trance a una persona y le da la orden de que al
despertar, y cuando se toque la corbata, sentirá un hambre voraz y pedirá
urgente comida. Y que cuando se toque la nariz sentirá que la comida le provoca
náuseas.
Se verá
que el sujeto, tanto al tocarse el operador la corbata cuanto al tocarse la
nariz, cumplirá esas órdenes, y si se le pregunta la causa de que de pronto
tenga un hambre voraz y al instante siguiente la comida le provoque náuseas, no
lo sabrá, pero sin embargo inventará alguna justificación que hará reír a los
presentes que conocen la verdad.
Desde ya
que este experimento no debe hacerse porque, salvo que se conozca Dianética y cómo
eliminar los engramas, las órdenes hipnóticas no las borra el tiempo y las
consecuencias son impredecibles porque la clave de la mente reactiva es la
irracionalidad.
Fuera de
los experimentos hipnóticos, en las personas la mente reactiva funciona de la
misma manera. De pronto alguien se cae de la escalera, recibe un golpe en la
cabeza y se desmaya y las personas a su alrededor hablan.
Todo lo
que se diga en el entorno de una persona desmayada se graba como engrama en el
archivo de la mente reactiva, es decir, como órdenes hipnóticas de alto poder
porque contienen dolor. El dolor es lo que potencia la compulsión del engrama.
El quirófano, por lo tanto, es uno de los lugares donde se graban los engramas
más compulsivos.
En Estados
Unidos, muchos cirujanos que saben que todo lo que digan alrededor del paciente
anestesiado se graba como engramas de impredecibles consecuencias, exigen a sus
colegas y a las enfermeras que los secundan que guarden el mayor silencio
posible.
Si esa
conversación incluye palabras que digan, por ejemplo, algo así como "come sin
parar hasta engordar", pues la persona desmayada tendrá la orden de comer
sin parar hasta engordar, sin importar el sentido de la frase, que quizás se
dijo para explicar el por qué perdió el equilibrio y se cayó de la escalera.
Este
ejemplo es solo a los efectos ilustrativos, porque como la mente reactiva es
impredecible, cualquier palabra en ella puede producir obesidad, así como
cualquier otro trastorno. "Cuando comienzo nunca me detengo", por
ejemplo, puede ser interpretada por la mente reactiva como que hay que comer
sin parar.
¿Por qué
decimos que las dietas tienen el mismo sistema de un globo aerostático al que
para elevarlo en lugar de eliminarle las bolsas de arena fuerzan el motor?
Simplemente porque hacer una dieta sin eliminar los engramas que incitan a
comer compulsivamente, es obligar al obeso a un esfuerzo de la voluntad en la
mayoría de los casos inútil porque en la lucha engrama-voluntad casi siempre
vence el engrama.
Hay
razones, que no es el tema de esta nota para no extendernos más, por las cuales
los engramas son considerados por la mente reactiva como
"supervivencia", y una dieta es considerada un enemigo porque está en
contra de la orden engrámica de engordar.
Es decir,
si el engrama contiene la orden de engordar y de pronto el paciente deja de
comer por hacer dieta, la mente reactiva reacciona e impone más hambre al
organismo, precisamente para contrarrestarla. La consecuencia es que finalmente
el paciente sucumbe y termina comiéndose todo lo que hay en la heladera.
No
queremos concluir esta nota sin reconocer los esfuerzos que hace el doctor
Cormillot, así como todos los médicos nutricionistas, en muchos casos exitosos,
para que la gente coma sano y adelgace, pero también tenemos que aceptar que la
profesión médica está tremendamente atrasada en materia de conocimiento de la
mente humana y su mecanismo.
Lo nuestro
es simplemente un pequeño aporte para tratar de despertarlos de su letargo, en
particular a los cirujanos, a quienes les recomendamos, en mérito a la salud
mental de los pacientes, que guarden el máximo posible de silencio en el
quirófano, y que hablen solo lo necesario pues todo lo que digan se graba a
nivel celular como órdenes hipnóticas de alto poder porque está presente el
dolor, que es, como ya señalamos, el que las torna más compulsivas
No comments:
Post a Comment