Thursday, September 15, 2011

La obesidad y las dietas. Por Horacio Velmont.

LA OBESIDAD Y LAS DIETAS



por

Horacio Velmont





Si uno le preguntara a cualquier

persona, incluso a un niño, qué le parece si para que un globo aerostático se

elevara lo mejor sería forzar el motor antes que eliminar las bolsas de arena,

lo primero que respondería es que eso es un absurdo.





Sin embargo, éste es el sistema de

las dietas.





Cuando

leemos que un médico, y para colmo especialista en nutrición como lo es el

doctor Cormillot, dice a los cuatro vientos que la obesidad no es un tema

psicológico, pues simplemente aterra, pues revela un atraso no solo de él, que

es solo un representante de la Medicina Oficial, sino de la Medicina en

general, de más de medio siglo.





Entonces

uno se pregunta con toda lógica cuánto más habrá que esperar para que los

médicos, sean clínicos, psicoanalistas o psiquiatras, tomen conciencia de que

existen descubrimientos sobre el mecanismo mental que no enseñan --aún-- en las

universidades.





El origen

de la obesidad, así como de otros trastornos mentales, fue descubierto en la

década del cuarenta por L. Ronald Hubbard y dado a conocer al mundo en 1950,

fecha de la primera edición de su libro "Dianética, la ciencia moderna de

la salud mental".





En este

libro Hubbard da cuenta de la existencia de una segunda mente en el hombre, que

llamó reactiva porque no razona antes de actuar sino que reacciona

automáticamente ante un determinado estímulo, y también de su contenido de

engramas, que son similares a órdenes hipnóticas.





La mente

reactiva es un mecanismo de supervivencia que tienen todos los seres vivos, y

no solo el hombre sino también los animales y también las plantas. Ésta es la

mente que provoca los trastornos, no la mente analítica que es totalmente

inocente.





Precisamente,

el no tener en cuenta a la mente reactiva ha llevado a la Medicina a culpar a

la mente analítica de todos los desaguisados, cuando no es así.





Es muy

sencillo demostrar cómo actúa la mente reactiva y los engramas en el caso de la

obesidad, que es el tema que ahora nos ocupa, pues los engramas son órdenes

hipnóticas.





La diferencia

entre un engrama y una orden hipnótica es que mientras los engramas entran a la

mente reactiva subrepticiamente cuando la mente analítica se desconecta por

algún golpe, por ejemplo un peatón que es atropellado por un vehículo, las

órdenes hipnóticas carecen de dolor, y además la persona generalmente se presta

a ser hipnotizada.





Si una

orden hipnótica contuviera dolor y el sujeto fuera forzado a ser hipnotizado,

quizás con drogas, entonces no habría diferencia con los engramas.





Para

demostrar cómo opera un engrama en el tema de la obesidad basta imaginar a un

hipnotizador que pone en trance a una persona y le da la orden de que al

despertar, y cuando se toque la corbata, sentirá un hambre voraz y pedirá

urgente comida. Y que cuando se toque la nariz sentirá que la comida le provoca

náuseas.





Se verá

que el sujeto, tanto al tocarse el operador la corbata cuanto al tocarse la

nariz, cumplirá esas órdenes, y si se le pregunta la causa de que de pronto

tenga un hambre voraz y al instante siguiente la comida le provoque náuseas, no

lo sabrá, pero sin embargo inventará alguna justificación que hará reír a los

presentes que conocen la verdad.





Desde ya

que este experimento no debe hacerse porque, salvo que se conozca Dianética y cómo

eliminar los engramas, las órdenes hipnóticas no las borra el tiempo y las

consecuencias son impredecibles porque la clave de la mente reactiva es la

irracionalidad.





Fuera de

los experimentos hipnóticos, en las personas la mente reactiva funciona de la

misma manera. De pronto alguien se cae de la escalera, recibe un golpe en la

cabeza y se desmaya y las personas a su alrededor hablan.





Todo lo

que se diga en el entorno de una persona desmayada se graba como engrama en el

archivo de la mente reactiva, es decir, como órdenes hipnóticas de alto poder

porque contienen dolor. El dolor es lo que potencia la compulsión del engrama.

El quirófano, por lo tanto, es uno de los lugares donde se graban los engramas

más compulsivos.





En Estados

Unidos, muchos cirujanos que saben que todo lo que digan alrededor del paciente

anestesiado se graba como engramas de impredecibles consecuencias, exigen a sus

colegas y a las enfermeras que los secundan que guarden el mayor silencio

posible.











Si esa

conversación incluye palabras que digan, por ejemplo, algo así como "come sin

parar hasta engordar", pues la persona desmayada tendrá la orden de comer

sin parar hasta engordar, sin importar el sentido de la frase, que quizás se

dijo para explicar el por qué perdió el equilibrio y se cayó de la escalera.





Este

ejemplo es solo a los efectos ilustrativos, porque como la mente reactiva es

impredecible, cualquier palabra en ella puede producir obesidad, así como

cualquier otro trastorno. "Cuando comienzo nunca me detengo", por

ejemplo, puede ser interpretada por la mente reactiva como que hay que comer

sin parar.





¿Por qué

decimos que las dietas tienen el mismo sistema de un globo aerostático al que

para elevarlo en lugar de eliminarle las bolsas de arena fuerzan el motor?

Simplemente porque hacer una dieta sin eliminar los engramas que incitan a

comer compulsivamente, es obligar al obeso a un esfuerzo de la voluntad en la

mayoría de los casos inútil porque en la lucha engrama-voluntad casi siempre

vence el engrama.





Hay

razones, que no es el tema de esta nota para no extendernos más, por las cuales

los engramas son considerados por la mente reactiva como

"supervivencia", y una dieta es considerada un enemigo porque está en

contra de la orden engrámica de engordar.





Es decir,

si el engrama contiene la orden de engordar y de pronto el paciente deja de

comer por hacer dieta, la mente reactiva reacciona e impone más hambre al

organismo, precisamente para contrarrestarla. La consecuencia es que finalmente

el paciente sucumbe y termina comiéndose todo lo que hay en la heladera.











No

queremos concluir esta nota sin reconocer los esfuerzos que hace el doctor

Cormillot, así como todos los médicos nutricionistas, en muchos casos exitosos,

para que la gente coma sano y adelgace, pero también tenemos que aceptar que la

profesión médica está tremendamente atrasada en materia de conocimiento de la

mente humana y su mecanismo.





Lo nuestro

es simplemente un pequeño aporte para tratar de despertarlos de su letargo, en

particular a los cirujanos, a quienes les recomendamos, en mérito a la salud

mental de los pacientes, que guarden el máximo posible de silencio en el

quirófano, y que hablen solo lo necesario pues todo lo que digan se graba a

nivel celular como órdenes hipnóticas de alto poder porque está presente el

dolor, que es, como ya señalamos, el que las torna más compulsivas

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