Wednesday, September 12, 2012

Integracion de Roles... Por el Profsor Jorge Olguin...

INTEGRACIÓN DE ROLES Del Prof. Jorge R. Olguín Editado por Kar-El ... La mayoría de las personas desconocen de qué se trata psicointegración, porque se ha difundido más el resultado que de qué se trata. Psicointegración es un avance más de lo que es Gestalt y psicología transpersonal. Assagioli, que fue el autor de Psicosíntesis, explicaba que la mente no es un campo de batalla. Entonces no hay un combate ni nada muere. Con el tiempo reemplacé la palabra eliminar por la palabra integrar. El ego en realidad no se integra porque forma parte de la mente reactiva y forma parte de nosotros, lo que se integra son sus roles. Cuando empecé con el tema de psicointegración, comparába a la mente con una gran orquesta donde estaba su director con la batuta dirigiendo al violinista, al del chelo, al de la guitarra, al pianista, al de los platillos y que de repente desaparecía el director de la orquesta y se armaba un tremendo desbarajuste, una hecatombe; porque los roles del ego, que eran los que tocaban, cogían los instrumentos equivocados. El pianista agarraba el violín, y el del contrabajo tocaba el piano, y esa orquesta sonaba mal; porque los roles del ego cometían tremendas fechorías en esa mente. Para ser entendido siempre hablaba de los roles del ego como algo ajeno a nosotros, cuando en realidad, los roles del ego no son ajenos a nosotros sino que somos nosotros mismos; porque la mente reactiva no es algo físico, es algo virtual. Ejemplo: La mente analítica es nuestra mente abstracta, nuestro pensamiento, es la mente que analiza, que evalúa antes que nosotros actuemos. La mente reactiva es la mente impulsiva. Mientras la mente analítica está alojada en el córtex, la mente reactiva está alojada en una estructura que se llama amígdala (que no tiene nada que ver con la amígdala de la garganta). En base a esos estudios Daniel Goleman, que luego creo la inteligencia emocional, habla en su libro La Inteligencia Emocional sobre la amígdala y como actúa sobre el ser humano. El Homo Sapiens pudo cobrar consciencia hace aproximadamente 20.000 años; algunos autores en algunos libros dicen 30.000 años también. Antes era un homídido todo reactivo. Pero, ¿Qué significa cobrar consciencia? Que aprendió a pintar, que aprendió a dominar el fuego sin tenerle un miedo irracional, como sí lo tienen los demás animales... pero lo más importante, que aprendió a concebir dioses en su mente, equivocadamente o no es secundario. Porque visualizaba más allá de lo que veía. Entonces aprendió a pensar en pensamiento abstracto, que es lo que lo diferenciaba de los demás animales. Pero volviendo a psicointegración, yo también decía en los primeros pasos de la técnica que la mente reactiva tiene una decena o más de millones de años, mientras que la mente analítica tiene nada más 20.000 años. Y esos impulsos reactivos están grabados en nuestros genes. Esos impulsos forman parte del ego, donde uno de sus roles más dependientes le hacen buscar la aprobación de los demás. El espíritu exento de ego logra la aprobación de los demás, dando al otro, porque la mejor forma de ser querido es querer primero. Si soy una persona egoísta que vivo mezquinando a todo el mundo, obviamente que nadie me va a querer. Si yo soy una persona que me brindo a los demás, los demás se van a brindar conmigo. Es una regla de tres simple, no hay escapatoria. Siempre digo desde 1997, que el universo es un espejo. Todo lo que nosotros volcamos a ese espejo, sale reflejado de la misma manera. Si yo reflejo euforia y sonrisas, voy a con-ta-gi-ar. Si yo reflejo desazón, pena, derrota, voy a contagiar o derrota o bien, que la persona diga: -“¡Oh, este individuo me aburre!”- Y se vaya. Entonces yo tengo que contagiar euforia, pero con equilibrio. ¿Cómo se integran los yoes? Muy sencillo. Nosotros tenemos que mirar la vida como si la vida fuera una película y nosotros nos desidentificarnos, salirnos de la película como si fuéramos espectadores, no nos involucramos en las tonterías. Si alguien nos ofende es un problema del otro; si alguien nos desvaloriza es un problema del otro; nosotros no nos podemos ofender ni desvalorizar por lo que nos diga el otro. Me arranco un pequeño cabello, lo pongo sobre el escritorio y desde un metro de distancia le digo, ¡muévete!, haciendo un gesto teatral. Y el cabello no se va a mover. Mi palabra no tiene poder para mover un cabello. Entonces, ¡¿cómo puede tener poder para lastimarte?! ¿Quién le da poder a la persona para lastimarte? Uno. ¡Nadie puede tener el poder de sacar de las casillas al otro! Me emociono cuando veo una película, pero no me estoy involucrando. Sé que la película terminó y digo, bueno, ahora vamos a tomar algo, una gaseosa, un helado, me desentiendo de lo que ví porque es una película. En este mundo pasa lo mismo, vemos gente que nos atropella, que estamos subiendo a un bus y sube por delante nuestro, que estamos mirando una ropa y se coloca delante nuestro y nos tapan o que se ponen delante nuestro en la fila, etc. Mi hija Jesica me decía: “Pero, ¡qué descarada esta mujer! Se puso delante nuestro. ¡No nos ve!”. No te ven porque están dormidos. Tienen un ego tan grande que no ven. Dicen: “¡Sí ven, sino se tropezarían!”. ¡No! Ven, pero no ven. Están en piloto automático permanentemente. Viven así. Entonces no te puedes enojar con esa gente. Te tiene que dar pena esa gente. ¿Cuánta gente hay así? Casi todas las que miras, porque no están despiertos. Uno tiene que estar alerta. Si yo veo un acto negativo a mí me va a subir la adrenalina, pero como voy a estar alerta no voy a permitir que mi mente reactiva surja. No me voy a dejar manejar por mis impulsos. Voy a estar siempre alerta. Salvo que haya una agresión directa en contra de uno. En ese caso uno tiene que defenderse porque es un sentido común. Pero veo mucha gente que estalla por nada. Están manejando su carro y al lado discuten con el otro y se insultan porque pasó primero en el semáforo o en la calle se tropiezan y en lugar de decir disculpe… “¡Oh, mira donde caminas! ¡Torpe!” ¿Por qué la agresión? Yo subo a un bus y saludo al chofer. Hola, ¿qué tal? Buen día. Algunos miran así como diciendo: “¡Este tio está tocado!”, pero me saludan. O de repente viajas en el ascensor y ves a alguien y dices: ¡Qué calor que hace afuera! Y la persona te mira diciendo: “¿Y este hombre? Es medio rarito.” Y si es una chica a la que le dices que hace calor. Dice: “Me quiere avanzar, seguro que ya me está queriendo pedir el teléfono”. ¡Pero tú lo único que quieres es ser cortés! ¡Nada más! Pero como no están acostumbrados, como viven así en la total indiferencia, si tú te caes te pasan por arriba. Al contrario te dicen, “¡hombre, desmáyate más para la pared!”, porque les molestas. Esos son los roles del ego. El rol del ego personifica todo. Cuando no tienes ego te resbala la tontería. No te resbala lo importante. No te resbala si ves a una persona anciana que quiere subir a la acera, no te resbala la pobreza, no te resbala un niño desvalido… Eso te conmueve. Te va a resbalar lo vano. Todo depende de nosotros. ¡Ese es el secreto!

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