LA ELEVACIÓN ESPIRITUAL
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por el Prof. Jorge Raúl Olguín
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Para elevarse espiritualmente,
no es suficiente con tener pensamientos puros.
No basta con meditar horas y horas,
ni alcanza con pensar que estamos cerca de Dios.
Esto sería elegir el camino más fácil,
el más simple.
Tampoco nos elevamos espiritualmente pasando al otro extremo,
o sea, buscando una relación material donde canalizar nuestro amor,
o lo que creemos que es amor.
En ambos casos estaríamos siendo egoístas porque,
si nos ponemos a meditar aislados de todo,
no le servimos a nadie,
ni siquiera a nosotros mismos.
Y si buscamos a alguien a quien necesitar, tampoco somos útiles, porque amar es dar y no pedir.
Solo te puedes elevar espiritualmente si canalizas el verdadero amor.
¿Cómo reconoces ese amor tan puro?
Viendo a Dios en tu semejante,
pero viéndolo dentro de la persona.
No será una tarea sencilla,
pues todos estamos condicionados a ver la fachada de la persona y la aceptamos o la rechazamos de acuerdo con la primera impresión.
No vamos a ver su espíritu, no vamos a sentir su energía, no vamos a escuchar sus pensamientos, no vamos a valorar su amor impersonal.
No...
solo vamos a ver su exterior y vamos a juzgar a la persona según ese exterior.
Y te equivocarás...
y cometerás el error de buscar la afinidad en un rostro, en unos ojos(que tal vez no reflejen ningún alma).
Y quizás te encandiles por un cuerpo joven, y creas que esa vibración es la que te hará crecer.
Y después notarás que estás igual, o peor.
Tal vez tu ser no esté preparado todavía para ver a Dios en ese otro ser semejante a ti.
Tal vez dejes pasar la oportunidad de crecer espiritualmente, mezclándote con la energía de esa persona.
Como alguien dijo una vez:
todos tenemos un camino sembrado de colores en nuestro destino, colores que son pintados por un amor impersonal.
Pero, a veces estamos encandilados por un falso sol y no alcanzamos a ver esos colores.
Y no ascendemos...
y no nos elevamos espiritualmente al no canalizar la esencia divina de esa alma afín.
Y nos transformamos en uno más del montón,
donde solo sobresale lo material, donde triunfa el dolor, el fracaso, la mentira...
Donde llegamos a confundir :
vivir con sobrevivir...
y nos metamorfoseamos en ser conformistas...
y nos aletargamos...
y nos acostumbramos a las cosas comunes.
Y un día, quizás nos llegamos a olvidar que tuvimos una inquietud, que quisimos algo.
¿Qué era?
No sé,
algo que pensamos que nos pondría mal
(porque siempre se tiene miedo a crecer),
algo que no nos atrevimos a experimentar
(porque es más fácil entregarse a la materia que al espíritu).
Y el tiempo pasa...
y nos transformamos en un punto...
rodeado de millones de puntos...
y miraremos el cielo...
y una angustia se apoderará de nuestra alma...
y no sabremos por qué...
y buscaremos por fin ese abrazo...
Y será voluntad de Dios,
el que todavía estemos a tiempo.
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