Javier Brassesco // Palabra de Kasparov
Después de estar veinte años seguidos como el número uno del ranking mundial (algo que no ha conseguido nadie en la historia), Gary Kasparov dejó el ajedrez para dedicarse a luchar contra Putin.
Una vez un periodista les preguntó por separado a él y a su archirrival Anatoly Karpov que harían ellos si el Gobierno del país en el que residen prohíbe el ajedrez. "Buscaría jugar a escondidas o me iría del país", respondió Karpov. La respuesta de Kasparov, en cambio, fue: "Derrocaría el Gobierno". Consecuente con sus palabras, ahora está dedicado a luchar contra un régimen de tintes autoritarios que él considera perjudicial para Rusia.
Lea el artículoCasi un año después de su retiro, habló en una entrevista de Putin y del sentido de su lucha. Todos los que creen que en Venezuela se viven hechos inéditos deberían oír a Kasparov. Cuando le preguntan por qué, pudiendo elegir cualquier ciudad del mundo para vivir, escogió quedarse en Moscú para librar esa batalla quijotesca, él responde:
"Pensé que vivir en mi país sin luchar sería malo, y marcharme también; que se vaya Putin si le da la gana. No quiero que mi hijo crezca avergonzado del país en el que nació".
Luego comenta que el régimen de Putin tiene muchísimo dinero y se ha dedicado a comprar conciencias: "Ellos compran a todo el mundo, ese es su estilo. El cineasta Stanislav Govorujin me explicó hace poco que había cambiado de bando porque el entorno de Putin financió su última película. Yo también podría vender mi prestigio a un precio muy alto, pero vivir aquí sin hacer nada, viendo cómo colapsan las instituciones, viendo la corrupción endémica y las prácticas criminales del régimen, no, eso no podría soportarlo".
Cuando el periodista le dice que el apoyo popular de Putin es alto, entre 60 y 70%, Kasparov responde: "Eso es lo que ellos mismos han vendido a Occidente, pero no es cierto. Fíjate que cuando le preguntan a la gente por su grado de satisfacción con la forma como el Gobierno resuelve los problemas más importantes (pobreza, delincuencia, Chechenia), las respuestas afirmativas rondan 40% (...) El verdadero problema es que mucha gente no cree que su voto sirva para cambiar nada, y el Gobierno intenta promover esa pasividad (...) al mismo tiempo que amedrenta: cualquier empresa o ciudadano ruso que financie a la oposición sufrirá pronto una inspección de Hacienda".
Hablando sobre la economía de su país, afirma: "La economía rusa no tiene cimientos fuertes porque depende sólo del alto precio del barril de petróleo. Bastaría con que el barril bajase de 60 a 45 dólares para que toda el sistema se resintiese (...) Necesitamos inversión en carreteras y toda clase de infraestructura, pero los inversores tienen miedo".
Y sobre la probabilidad de que Putin cambie la Constitución para reelegirse nuevamente: "Para la gente del Gobierno perder el poder significaría perder lucrativos negocios y en muchos casos ser juzgados por corrupción. Espero que respete la Constitución, pero no lo creo, estoy esperando alguna movida suya que le permita seguir en el poder".
Que nadie se sienta aludido.
jbrassesco@eluniversal.com
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