Monday, January 30, 2012

No podemos edificar felicidad ajena a costa de nuestra infelicidad.

No se puede tener todo ni tampoco lograr todas las metas.

Aprender esto se llama sabiduría.

Tampoco podemos hacer que siempre nuestro entorno sea feliz

o que esté en permanente armonía.

A veces la fortuna de uno es el infortunio de otro,

pero no porque aquel que tenga la fortuna sea una persona negativa,

sino porque nosotros tenemos que optar.

A veces estamos obligados a optar.

Optar no es negativo.

¡El Absoluto dio libre albedrío precisamente para que optemos!

El problema aparece, entonces, cuando hay que elegir.

Y a veces,

sin que se sugiera que se sea egoísta,

tendremos que optar por la felicidad propia en detrimento de la felicidad del otro.

Lo que tenemos que evaluar, es hacer el mayor bien posible.

Pero también estar bien nosotros.

No podemos edificar felicidad ajena a costa de nuestra infelicidad.

Y eso no es egoísmo sino sabiduría.

No podremos levantar a alguien si nosotros mismos no tenemos fuerza para hacerlo.


Eso no es ego,

eso es discernimiento,

y el discernimiento está bien

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