Sunday, March 23, 2008

lo que yo siento.....

porque la vía del tren
de la vida de desdén
es ancha, recta, dura,
y nos lleva a la impostura

de creer poseer
lo que habíamos venido a buscar, sin saber
que al llegar al final podremos ver
lo que ya no podremos amar.

Y ese tren de la vía
de la vida de desdén
rueda sin freno y con premura,

y no cambia su destino, a no ser
que lo empuje la clara luz del alma,
a otro camino.
Mi soledad sincera
de nostálgica poesía,
hoy solo me veía
y se sentó a la espera.

Mi eterna compañera
que conversar quería,
con sus palabras mudas
ansiaba que la oyera.

Ay soledad tan mía
que supo en mi tormento
decirme aquel momento
lo que aún no comprendía...

Entendí que te quería
y en honor a la verdad
lo supe en soledad,
cuando no te tenía...


dios los bendiga a todos.

1 comment:

carmen said...

Tus lágrimas
>Cuentan que había una vez un señor que padecía lo peor que le puede pasar a
>un ser humano: su hijo había muerto.
>Desde la muerte y durante años no podía dormir. Lloraba y lloraba hasta que
>amanecía. Una noche, mientras dormía se le apareció un ángel y le dijo:
>- Basta ya de llorar.
>- Es que no puedo soportar la idea de no verlo nunca más.
>El ángel le respondió:
>- ¿Lo quieres ver?
>El hombre lógicamente responde afirmativamente. Entonces el ángel lo agarró
>de la mano y lo subió al cielo.
>- Ahora lo vas a ver, quédate acá.
>Por una acera enorme empiezan a pasar un montón de niños, vestidos como
>angelitos, con alitas blancas y una vela encendida entre las manos. El
>hombre dice:
>- ¿Quiénes son?
>Y el ángel le responde:
>- Éstos son los niños que han muerto en estos años y todos los días hacen
>este paseo con nosotros, porque son puros.
>- ¿Mi hijo está entre ellos?
>- Sí, ahora lo vas a ver.
>Y pasan cientos y cientos de niños.
>- Ahí viene, le avisa el ángel.
>El hombre lo ve. ¡Radiante!, como lo recordaba. Pero hay algo que lo
>conmueve: entre todos es el único niño que tiene la vela apagada, y él
>siente una enorme pena y una terrible congoja por su hijo. En ese momento
>el niño lo ve, viene corriendo y se abraza a él. El padre abraza a su hijo
>con fuerza y le dice:
>- Hijo, ¿por qué tu vela no tiene luz? ¿No encienden tu vela como a los
>demás?.
>- Sí papá, cada mañana encienden mi vela igual que la de los demás niños.
>Pero, ¿sabes qué pasa papá? Cada noche tus lágrimas apagan la mía.
ANONIMO