Sanción de dos años contra un ajedrecista ciego por hacer trampas
Publicado por Federico Marín Bellón el may 1, 2016
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Hacía mucho que no sacaba a pasear a ningún tramposo por este foro y no porque escaseen los casos, como sería deseable. El penúltimo es bastante llamativo. El pillo es noruego, tiene 50 años y es ciego. Tarjei J. Svensen y Jonathan Tisdall han destapado el pequeño escándalo en «Matt & patt» (Mate y ahogado). Stein Bjørnsen ha sido castigado por dos años por su propia federación, aunque él asegura que no hizo ninguna trampa «conscientemente».
Como cuentan el periodista Svensen y el gran maestro Tisdall, también un excelente comentarista de ajedrez, la junta directiva de la federación noruega (NSF) considera que las pruebas superan cualquier duda razonable sobre la culpabilidad de Bjørnsen, por violar las reglas del ajedrez, en sus párrafos 11.3a y 11.3b, al utilizar un auricular bluetooth y recibir ayuda externa de algún tipo en el último campeonato nacional y en torneo internacional TV2. El acusado no podrá jugar ningún torneo oficial en Noruega en los próximos dos años. Asimismo, todas sus partidas entre julio de 2015 y enero de 2016 se le contabilizan como derrotas. El veredicto ha sido comunicado a la Federación Internacional (FIDE).
A Bjørnsen, como a tantos tramposos más o menos presuntos, lo han cazado por llamar demasiado la atención. El verano pasado todavía no tenía Elo y contaba casi todas sus partidas por victorias, algo que entra dentro de lo posible, desde luego. Luego empezó a jugar torneos contra jugadores más fuertes y repitió una actuación de ocho puntos en nueve partidas, equiparable a un jugador con 2267 puntos. Tampoco era imposible, aunque a su edad los progresos son más difíciles y el año anterior solo había conseguido el 50% en la sección más baja del campeonato noruego para ciegos.
Las alarmas saltaron cuando se comprobó que jugaba con un aparatito en el oído, que no era de los que usan los jugadores invidentes para comprobar cuánto tiempo les queda en su reloj. Bjørnsen explicó que lo utilizaba para guardar sus jugadas. Algunos expertos, sin embargo, afirmaron que el dispositivo era incapaz de conectarse con ninguna grabadora, por lo que su uso no podía ser ese.
Alguien (Ole Valaker) empezó a analizar sus partidas y a cotejarlas con el ordenador. Enseguida comprobó que el 96% de las jugadas coincidían con las del programa Rybka (tiene gracia, porque el programa también fue descalificado en un campeonato por hacer trampas), uno de los más fuertes del mundo. El maestro internacional Atle Grønn, por su parte, comentó que el estilo del sospechoso era muy parecido al de las máquinas (una especie de test de Turing avanzado). En casi 300 jugadas a lo largo de 18 partidas, Bjørnsen no había cometido ni un error táctico. Ni Kasparov se acerca a eso, como se vio hace poco.El gran maestro Artur Kogan, uno de los más activos del mundo en la lucha contra las trampas, declaró a «Matt & Patt» que el caso no le ofrecía dudas. Bjørnsen, por su parte, negó las acusaciones y dijo que había mejorado mucho estudiando las partidas de Magnus Carlsen y Viswanathan Anand (dos inmejorables maestros, sin duda) hasta diez horas al día. El jugador insistió en su inocencia en varios canales de televisión noruegos, que se hicieron eco de la noticia. «Mi forma de aprender ajedrez es diferente a la de otros», insistió. «Lo memorizo todo en el tablero y tengo que admitir que mi nivel de entendimiento es mediano para un jugador de ajedrez, pero soy bueno recordando los análisis previos».
La Federación Noruega de Ajedrez lo ha suspendido al menos hasta que lo someta a un examen. Bjørnsen se había mostrado dispuesto a realizarlo incluso «desnudo, si es necesario», pero luego cambió de opinión, no solo con lo de la ropa. «No tengo elección, pero lo haré cuando esté preparado, y eso tardará en ocurrir. No he tocado una pieza en un mes y mi nivel de juego ha caído. Tampoco admitiré preguntas sobre teoría. Yo soy bueno moviendo piezas». También dijo que entendía las sospechas por usar un aparato bluetooth, pero que no lo había empleado para recibir información y que no había hecho trampas «conscientemente». Quizá pensó que las jugadas se las soplaba algún espíritu.
El professor Kenneth Regan, conocido por ser quien desarrolló el programa anti-trampas de la FIDE, también analizó sus partidas. Tisdall y Svensen ofrecen más datos técnicos. Aquí será suficiente con explicar que su conclusión fue que las probabilidades de que hiciera tablas con abrumadoras.
El abogado de Bjørnsen, por su parte, considera que su defendido está sufriendo un proceso «aterrador» y anunció que, por supuesto, apelarían el castigo.
¿Qué opina el lector? ¿Puede condenarse a alguien en ajedrez sin haberlo pillado in fraganti? ¿Son suficientes las pruebas informáticas anti-trampas y las pruebas circunstanciales acumuladas contra el presunto fullero?
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