Es bien conocido que el ejercicio y la actividad física, más allá de razones estéticas, cobra importancia por razones de salud, al prevenir la aparición de muchas enfermedades o mejorar la calidad de vida de la persona que ya padece una afección.
Algunos órganos son más susceptibles que otros a sufrir un mayor deterioro cuando el sedentarismo se transforma en un hábito y la persona no lleva una vida activa. En el caso del corazón, su funcionamiento puede verse seriamente comprometido si el individuo no estimula la capacidad de oxigenación en el sistema muscular y, por ende, el aumento de la frecuencia cardíaca (FC); lo que consecuentemente conlleva al desarrollo de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión, que puede desencadenar la aparición de eventos cardíacos.
Cabe destacar que nadie está exento de sufrir un trastorno en el sistema cardiovascular y en casos como los de la hipertensión (HTA), la cual representa un problema de salud pública muy preocupante en nuestro país, porque reúne 3 condiciones: una alta prevalencia (34.4% de la población adulta); es asintomática, por lo que no todos los que la padecen conocen su condición; y afecta a muchos órganos del cuerpo además del corazón, ocasionando daños significativos en el corazón.
Sin embargo, está demostrado que el ejercicio es muy beneficioso para prevenir enfermedades cardiovasculares y para evitar la aparición de la hipertensión en el tiempo. Más aún: en los casos en los que ya está presente la afección, siempre se recomienda incrementar la actividad física para aumentar el consumo de energía y estimular los movimientos del corazón.
Se trata, simplemente, de comenzar una rutina de ejercicios de una manera organizada y consecutiva, en la que el paciente se sienta a gusto y comience a experimentar los beneficios que obtiene de la actividad, siempre y cuando esté vigilado por un especialista, tal y como lo señala el doctor José Ramón Gómez Mancebo, especialista en Cardiología.
Toda persona hipertensa debe ser evaluada y monitoreada por su médico antes de iniciar una rutina de ejercicios para mejorar su calidad de vida, porque él es quien le va a indicar qué tipo de ejercicios puede hacer y por cuánto tiempo. A este tipo de pacientes se les sugiere que las tres cuartas partes de su plan comprendan ejercicios aeróbicos y solo la cuarta parte sea de anaeróbicos, ya que los aeróbicos van a aumentar el gasto calórico para prevenir la obesidad y, además, aumentan la presión sistólica del corazón y disminuyen o mantienen la diastólica, explicó el cardiólogo.
El especialista añadió que es imprescindible tomar en cuenta el tipo de terapia farmacológica que recibe el paciente, ya que, algunos tipos de medicamentos antihipertensivos pueden modificar la respuesta del corazón al ejercicio (frecuencia cardíaca) y otros no.
En el primer caso el monitoreo por el médico y el nivel de ejercicio deben ser diferente en comparación con drogas mas modernas que no modifican la frecuencia cardíaca.
Inyéctele energía al corazón
Cuando un individuo se ejercita el cuerpo comienza a demandar más oxígeno y le envía señales al corazón para que aumente la fuerza de contracción y pueda latir más fuerte, que mande más presión y más frecuente, para que envíe repetidamente el oxígeno que circula en el organismo. Esto ocurre cuando se hacen ejercicios aeróbicos, donde se mueven los músculos tanto en extensión y contracción y aumenta la capacidad de oxigenación en el sistema muscular.
Según explica el doctor Gómez Mancebo, el cálculo de la FC es el que va a dar el nivel objetivo del entrenamiento que el paciente debe lograr. Ninguna persona debe llegar al tope de su frecuencia cardíaca, a menos que sea un atleta que está haciendo un entrenamiento de alto impacto. Lo ideal es que el ejercicio o la actividad física se convierta en un hábito de vida, cuya práctica debe ser entre 3 y 5 veces a la semana, por un tiempo de entre 20 y 30 minutos, añadió.
Son muchas las alternativas que una persona tiene para incrementar su actividad física, que no implica, tal y como lo explica el galeno, seguir un entrenamiento. De allí que caminar 35 minutos diarios tres días a la semana, nadar, saltar la cuerda, andar en bicicleta, bailar, jugar fútbol, básquetbol o voleibol, son excelentes opciones.
Lo importante es lograr la transformación del pensamiento hacia un estilo de vida más saludable y que no necesite la aparición de alguna enfermedad como el impulso necesario para tomar la decisión.
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