Tuesday, October 02, 2007

a 40 años de la muerte de cherry navarro. el cantante venezolano que popularizo la canncion aleluya.

Cherry Navarro o mejor dicho Alexis Enrique Navarro Velásquez, hijo de Don Manuel Rafael Navarro y Doña María de Jesús de Navarro, nació el 9 de julio de 1944 en Caripito, Estado Monagas.

En los 60, una enfermedad terrible se apoderó de su cuerpo sin despertar sospechas. Fue inesperado. Un ataque injusto que resultó mortal. Tras días de penumbra, la noticia dejó atónito al pueblo que lo admiraba. El jueves 28 de septiembre de 1967, el Hospital Vargas de Caracas, anunciaba su muerte. Dejaba una historia llena de vivencias. Se había marchado el ídolo de la juventud, el amigo al que nunca le faltó la sonrisa. Cherry dejó una huella imborrable en los corazones de quienes le escucharon y admiraron. Aquel 28 de septiembre había echado a volar su último sueño. ...”



Si a algún cantante nacido en Venezuela puede decirse que le llegó la gloria temprano (ligeramente más temprano que la muerte), ese fue Cherry Navarro (Alexis Enrique Navarro).
El recuento de su vertiginoso ascenso a la fama puede resumirse más o menos así: llegó a Caracas procedente de Caripito, en el oriente del país, un día le dio por cantar frente a todo el que quisiera escucharlo y ya no hubo quien se le resistiera. A los 21 años de edad ya había grabado gaitas, probado fortuna con la orquesta Los Melódicos, a la postre una de las más populares de Venezuela; se hizo amigo inseparable de un cachorro de puma llamado José Luis Rodríguez, destrozó con la mansalva de su sonrisa humilde e irresistible cuanto portón se interponía entre él y el llegadero del estrellato, y en 1966 las chicas de Venezuela tenían ante sí un terrible dilema por dilucidar: enamorarse de Felipe Pirela o desvanecerse por Cherry Navarro. Parece que éste le sacó algo de ventaja; la prensa farandulera se dio banquete divulgando la noticia de su romance con una tal María de Las Casas, Miss Venezuela 1965 y una de las mujeres criollas más apetecibles de esos años.
En 1967 apareció en el Show de Renny, allí donde sólo llegaban los ungidos, los consagrados de la música. Era el Olimpo de la televisión, la verdad de la fama y el prestigio. El muchacho no llegaba a 24 años y ya había coronado más éxitos que cualquiera en el doble de tiempo. Y nada que perdía la jovialidad ni la sonrisa franca de todo natural de Caripito.
Promediando ese año grabó una pieza en un género inclasificable, cuya letra pertenece a Luis Eduardo Aute: Aleluya. Todo el mundo la cantaba o tarareaba en las calles, y el grito aleluya nunca fue más oportuno para Caracas que en aquel 29 de julio espantoso, cuando la ciudad quedó desgarrada por un terremoto. Y la gente repetía, convencida de que la voz del Cherry no hacía sino musitar una premonición:

Una lágrima en la mano
un suspiro muy cercano
una historia que termina
una piel que no respira
una nube desgarrada
una sangre derramada:

¡Aleluya!

quince gritos que suplican
una tierra que palpita...

Pocas semanas pasaron antes de que el público adorador comprendiera en su exacta magnitud la cosa pavorosa que quería anunciar la canción: lo que venía oculto en el terrible equipaje de esa canción hermosa no era el temblor planetario que enlutó a Caracas sino la muerte del propio cantante. Como todo en su vida, sucedió rápido, cual relámpago: un día ingresó al hospital Vargas porque estaba indispuesto y tres días más tarde salió un médico a explicarle a un país estupefacto que a Cherry Navarro lo había fulminado una dolencia llamada aplasia medular.

Nostalgía. Quizás un dejo de tristeza sea el sentimiento que nos embarga, al evocar en estás líneas la imagen de quién con una simple sonrisa contagiaba todo de alegría. Porque el sólo vivir le proporcionaba placer. Tal vez si aprendiésemos su ejemplo, el mundo sería maravilloso. Me refiero a Cherry Navarro o mejor dicho Alexis Enrique Navarro Velásquez, hijo de Don Manuel Rafael Navarro y Doña María de Jesús de Navarro. Nació el 9 de julio de 1944 en Caripito, Estado Monagas, y desde niño soñó con ser artista. Su destino estaba escrito, pues lo logró.

Todo comenzó cuando su señora madre decidió venirse a Caracas. Ya ubicado en El Valle, comienza su vida estudiantil. Es en la escuela donde conoce a quien va a ser su mejor amigo: José Luis Rodríguez, con él va a formar su primer conjunto. Ambos cantaban y tocaban instrumentos. Serenatas, reuniones de amigos y fiestas van a convertirse en los sitios predilectos para expresar todo cuanto llevaban por dentro. Precisamente en uno de aquellos encuentros, conoce a Chelique Sarabia, quien viendo sus condiciones decide probarlo. Es Chelique quien le lleva en forma profesional a la televisión donde firma su primer contrato para el Show de Renny. Los padrinos no podrían ser mejores: la estrella argentina Libertad Leblanc, Chelique y el propio Renny. De allí en adelante se abrirán muchas puertas, vienen las grabaciones y los discos con Velvet, Palacio de la Música, Polydor, Discomoda e Integra. El trabajo se torna duro pero va con paso firme. Son muchos los deseos por llegar. Sueños, amores y viajes por el mundo se van perfilando, en una trayectoria como él había soñado. Su manera extravagante de vestir pero con mucha elegancia, va a ser reflejo de su personalidad festiva y alegre, por ello jamás imaginamos que sin previo aviso, el dolor fuese a invadir aquel rostro dado a las mejores sonrisas. Una enfermedad terrible se apoderó de su cuerpo sin despertar sospechas. Fue inesperado. Un ataque injusto que resultó mortal. Tras días de penumbra, la noticia dejó atónito al pueblo que lo admiraba. El jueves 28 de septiembre de 1967, el Hospital Vargas de Caracas, anunciaba su muerte. Dejaba una historia llena de vivencias. Se había marchado el ídolo de la juventud, el amigo al que nunca le faltó la sonrisa. Cherry dejó una huella imborrable en los corazones de quienes le escucharon y admiraron. Aquel 28 de septiembre había echado a volar su último sueño. ...”

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