Reglas para evitar el sufrimiento
Kaled Yorde /Abogado
Si bien es cierto que el anhelo de todos los hombres es alcanzar la felicidad, muy pocos son felices.
Buda comprendió cabalmente el problema del sufrimiento y lo enfrentó con su enseñanza sobre las cuatro nobles verdades, que contienen la teoría y la práctica para una coexistencia armoniosa que evite el sufrir, tanto en el plano personal como respecto al trato con los demás.
La primera noble verdad enseñada por Buda es que la vida entraña sufrimiento. Todos sin excepción, sufren, cualquiera que sea su raza, credo o nacionalidad. El sufrimiento es una verdad innegable de la existencia humana. Pero Buda no afirma que estamos condenados a sufrir por siempre, sino que existen vías o maneras para salir del mismo, si las observamos adecuadamente.
La segunda noble verdad de Buda es que el sufrimiento tiene un origen. Siguiendo la ley universal de causa y efecto y al hecho de que todos los fenómenos están sujetos a esas leyes, los ciclos del sufrimiento humano (discordia, tristeza, ansiedad, dolor, desesperación, arrepentimiento, enfermedad y muerte) tienen todos su causa.
La tercera noble verdad que Buda explica es que las causas del sufrimiento se pueden eliminar. El sufrimiento aflige a todo el mundo, pero no es inevitable ni necesario. La multitud de sufrimiento que los seres humanos heredamos cesan cuando se eliminan sus causas. Y no sólo cesan, sino que se abre el camino para experimentar sus opuestos. De la tristeza se pasaría a la alegría; del fracaso al triunfo, de la desesperación a la esperanza, etcétera. Todo es pasajero y fugaz en la vida: Por ello cuando se eliminan las causas del sufrimiento, cesan sus efectos e impera la ecuanimidad.
¿Cómo se eliminarían las causas del sufrimiento? La cuarta noble verdad de Buda consiste en una serie de prácticas explícitas para acometer esta tarea. Si bien las tres primeras verdades son algo teóricas, la cuarta es enteramente práctica. Es el noble octuple sendero, porque tal como lo explica Lou Marinoff, se trata de ocho hebras entrelazadas de prácticas para disminuir el sufrimiento. Estas ocho reglas son: 1) Recta palabra; 2) Recta acción; 3) Recta forma de vida. Su propósito es alcanzar la moral y el abstenerse de toda acción nociva corporal o verbal; 4) Recto esfuerzo; 5) Recta atención; 6) Recta concentración. Nos conduce a la práctica de la concentración y el desarrollo de la habilidad de lograr control sobre el disgregante proceso mental; 7) Recto pensar; 8) Recta comprensión. Nos conduce a la sabiduría plena, al desarrollo de la purificación dentro de nuestra propia naturaleza, rompiendo el condicionamiento mental: Desarrolla la intuición y la iluminación.
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