4 lecciones de Ivanchuk para ganar más partidas
Junto a Karpov, Ivanchuk ha sido uno de los jugadores que más he admirado. Aunque uno y otro se encuentran a años luz en lo que al estilo de juego se refiere, en los dos este estilo es inconfundible. Uno podría acertar sin demasiada dificultad quien hay detrás de una partida jugada por cada uno de estos maestros, sin conocer a ninguno de los dos contendientes.
Si Karpov nos enseñó el dogmatismo y la ortodoxia, Ivanchuk nos devolvió la capacidad de soñar con el ajedrez: imaginación, fantasía, alejamiento de lo establecido y ruptura de las normas conocidas.
Si quieres conocer bien a uno y al otro te recomiendo que leas antes estos artículos:
Anatoly Karpov: El estilo de juego del estrangulador de Zlatoust
Vassily Ivanchuk: La vida de un genio
¿Qué podemos llevar a nuestro “terreno de juego” del mundo interior de Ivanchuk? ¿Cuáles son las 4 lecciones que el jugador aficionado, alejado de la genialidad del ucraniano, puede implementar en sus propias partidas? Empecemos…LECCIÓN NÚMERO 1: Focalízate en cada partida.
“Cuando comienzo a jugar una partida trato de olvidarme de las partidas anteriores y de concentrarme solo en la nueva. Esa es ahora la más importante para mí. Pero, por supuesto, no soy un ordenador y no se puede simplemente presionar un botón, borrar, y olvidar automáticamente lo que uno quiere. Pero si quieres jugar bien, es importante concentrarse en el ahora.”
Para conseguirlo céntrate en un objetivo pequeño, olvida todo lo demás. De este modo conseguirás aliviar la presión sobre ti mismo de tener que elegir siempre lo mejor (perfeccionismo). Estar centrado en una tarea pequeña es la mejor forma de evitar distraerte con la exigencia de obtener grandes logros.
¿Sabes cómo puedes mejorar tu atención? Te recomiendo que leas este artículo.
LECCIÓN NÚMERO 2: Utiliza a las máquinas pero no permitas que te utilicen a ti.
“A veces sucede que la evaluación del módulo es muy abstracta. Es correcta, pero no es útil para un juego práctico. Si quieres manifestar su corrección tienes que mantener la valoración con jugadas fuertes y si no se encuentras todas esas jugadas puedes perder muy rápidamente. Para un ordenador esto no es un problema, pero para los seres humanos no es tan fácil.
Nuestra generación de jugadores es muy especial, ya que durante nuestras carreras los módulos entraron en el ajedrez. Así que sabemos cómo jugar sin ordenadores, que también es importante. Podemos analizar sin ordenadores. No estoy diciendo que los jugadores más jóvenes no puedan hacer esto, pero estamos más acostumbrados a hacerlo. Eso es importante para mejorar tu comprensión de ajedrez.”
La tecnología nos ha aportado muchas cosas maravillosas en general, y los módulos de análisis han simplificado enormemente el problema de analizar y calcular variantes. Pero a pesar de que han mejorado considerablemente nuestra vida como ajedrecistas, para que el tándem de máquina y hombre funcione realmente, es preciso incorporar el esfuerzo humano y el sentido práctico. En general abogo por evitar engancharse a la tecnocracia, y dejar que el jugador también encuentre su camino y, si es necesario, filosofe con uno mismo encontrando en el ajedrez algo más que resultados.
La suma de módulos de análisis nos devuelve un número previsible en cuanto a la creatividad, fuerza de cálculo y conocimiento del ajedrez de las máquinas. En cambio, la suma de expertos de ajedrez da lugar a un todo que es otra cosa. Y esa otra cosa será muy difícil de suplantar por los módulos. No la pierdas.
LECCIÓN NÚMERO 3: Sé imperfecto.
Algunos científicos tienen que explicar la teoría de la relatividad de Einstein a sus espectadores. Antes de su explicación, suelen decir: “sufro mucho explicando algo que no entiendo ni yo mismo mismo.” Esto se relaciona con mi juego: ¡Yo no entiendo nada!”
Sobre este punto no añadiré nada de mi cosecha, tan reproduciré un fragmento del Lobo Estepario de Hermann Hesse que considero que viene muy al hilo:
Y así fue reconstruyendo el inteligente artífice con las figuras, cada una de las cuales era un pedazo de mí mismo, numerosos juegos, todos parecidos entre sí desde cierta distancia, todos como pertenecientes al mismo mundo, como comprometidos al mismo origen, cada uno, sin embargo, enteramente nuevo.
– Esto es arte de vivir -dijo doctoralmente-; usted mismo puede ya de aquí en adelante seguir conformando y animando, complicando a su capricho el juego de su vida; está en su mano. Así como la locura, en un grado superior, es el principio de toda ciencia, así es la esquizofrenia el principio de todo arte, de toda fantasía. Hay sabios que se han dado cuenta ya de esto a medias, como puede comprobarse, por ejemplo en El cuerno maravilloso del príncipe, aquel libro encantador, en el cual el trabajo penoso y aplicado de un sabio es ennoblecido por la cooperación genial de artistas locos y encerrados en manicomios. Tome, guarde usted para sí sus figuritas; el juego le proporcionará placer aún muchas veces. La figura que hoy, haciendo de coco insoportable, le eche a perder el juego, mañana podrá usted degradarla, conviertiéndola en un comparsa insignificante. Usted, al juego siguiente, puede hacer una princesa de la pobre y simpática figurilla que durante toda una combinación parecía condenada a irremediable desventura. Le deseo que se divierta mucho, caballero.
Me incliné profundamente y, agradecido ante este inteligente jugador de ajedrez, guardé las figuritas en mi bolsillo y me retiré por la puerta angosta.
LECCIÓN NÚMERO 4: Persiste.
“El ajedrez me destruye” GM Vassily Ivanchuk
Son varias las entrevistas concedidas por Ivanchuk tras las derrotas y también varias las veces en las que ha manifestado, en esos momentos, sus deseos de dejar el ajedrez. De ahí la frase “el ajedrez me destruye”. Pero con independencia de estos malos tragos, el ucraniano ha seguido deleitando a los aficionados con la riqueza de sus ideas y su enorme versatilidad ante el tablero.
La persistencia es, seguramente, uno de los ingredientes fundamentales para el éxito, y la prueba palpable es el propio Ivanchuk. Jugador de la élite durante décadas con un talento para el ajedrez abrumador, pero cuya carrera no hubiera sido nada sin insistir una y otra vez y levantarse después de cada derrota