Tuesday, March 29, 2016

El ruso Kariakin, de 26 años, retará a Carlsen en noviembre tras ganar el Torneo de Candidatos...


AJEDREZ/TORNEO DE CANDIDATOS

Un portento con mente de hielo

El ruso Kariakin, de 26 años, retará a Carlsen en noviembre tras ganar el Torneo de Candidatos

Serguéi Kariakin, durante una de las partidas del Torneo de Candidatos, hace unos días en Moscú.
Nadie ha batido aún la hazaña que logró a los 12 años y 7 meses: ser gran maestro (máximo título en ajedrez). Casi tres lustros después, el ruso Serguéi Kariakin será el retador del campeón del mundo, el noruego Magnus Carlsen, del 10 al 30 de noviembre en Nueva York, tras ganar ayer el Torneo de Candidatos en Moscú. Su principal virtud es una mente helada, que aguanta máximas tensiones.
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Pocos minutos después de doblegar al estadounidense Fabiano Caruana en la partida decisiva, Kariakin exhibió su memoria tras saludar al enviado especial de EL PAÍS: “Cuando tenía 12 años, le dije en una entrevista que sería campeón del mundo a los 16, en plena inconsciencia infantil. Lo puedo conseguir a los 26, en plena madurez. No está mal”.
A los cinco, Serguéi ya sabía jugar al ajedrez en Simferópol (península de Crimea, entonces perteneciente a Ucrania); le había enseñado su padre, empresario, a petición del niño, impresionado por un reportaje que vio en la televisión. Pero no sabía escribir, así que no podía apuntar las jugadas. Por esa razón, los participantes de un torneo local en 1995 tuvieron que reunirse para votar si permitían competir al prodigioso Kariakin. Éste fue admitido, y celebró su primera victoria saliendo de la sala con volteretas acrobáticas, otra de sus aficiones infantiles, junto al fútbol, el tenis de mesa, las novelas de Agatha Christie y Sherlock Holmes, y los juegos de estrategia en el ordenador.
Kariakin atiende a la prensa este lunes tras su triunfo, A la izquierda, al fondo, el mecenas Andréi Filátov.

Su madre, Tatiana, profesora especializada en deportes, no sabe si su hijo es un superdotado porque nunca le han hecho una prueba de inteligencia. “Siempre vi que mentalmente era muy maduro para su edad, sobre todo por la seriedad ante el tablero. Fuera de él fue un adolescente alegre, aunque tímido, y se parecía más a un chico normal. Creo que el ajedrez desarrolló una inteligencia innata que ya era alta”. El talento de Kariakin es inmenso, lo que casi le garantizaba un futuro de esplendor, porque desde los 12 años asombraba por su virtuosismo estratégico y no sólo por su eficacia táctica, algo muy raro entre los niños. Por eso, las quinielas sobre futuros campeones del mundo siempre le han incluido desde entonces.
Sin embargo, comparado con el meteoro Carlsen, su progresión siempre fue más lenta, y se vio frenada en 2009, cuando hubo varios cambios simultáneos e importantes en su vida, demasiados para que su rendimiento deportivo no se viera afectado: emigró de Ucrania a Moscú, se hizo ruso, se casó (con la gran maestra Kateryna Dolyíkova) y fue asignado a Yuri Dojoián, el ex entrenador de Gari Kaspárov.
Kariakin y Caruana, durante la conferencia de prensa conjunta tras la victoria del ruso

Ahora su vida es muy estable, y quizá esté ahí la clave principal de su triunfo en un Torneo de Candidatos durísimo, una liga a doble vuelta frente a otros siete astros del tablero. Kariakin es padre de un niño de tres meses (fruto de su segundo matrimonio, con Galia Kamálova, también ajedrecista) y, además del dinero que gana en torneos y exhibiciones, tiene dos patrocinadores, así como el apoyo del mecenas ruso Andréi Filátov, lo que le permite, por ejemplo, concentrarse con su equipo en Dubái, aunque siempre ha considerado a España como uno de sus países favoritos. Ahora está por ver cómo aguantará la enorme presión sobre sus hombros del deber patriótico. En el país más grande del planeta, el anhelo por volver a tener un campeón del mundo de ajedrez está encabezado nada menos que por el presidente Putin. Palabras mayores.

“Carlsen es un buen tipo”

L.G. Moscú
Quien espere que el duelo entre Carlsen y Kariakin sea tan enardecido como los históricos entre Gari Kaspárov y Anatoli Kárpov, es mejor que lo haga sentado, porque es muy improbable que ocurra. “Magnus es un buen tipo. Sería exagerado decir que somos amigos, pero nuestra relación es realmente cordial, sin problemas”, explicó ayer en Moscú el nuevo retador.
Kárpov y Kaspárov se odiaban tanto como se necesitaban. Eso les permitió, entre 1984 y 1990, batir la marca de rivalidad de todos los deportes: más de 500 horas frente a frente en un escenario, y miles de horas más pensando obsesivamente el uno en el otro, bajo tremendas presiones políticas cuando su país, la URSS, mucho mayor que la Rusia actual, se caía a pedazos.
Carlsen, de 25 años, y Kariakin, de 26, fueron dos niños muy prodigiosos que ahora se enfrentarán como adultos. Ambos son gélidos de carácter. El noruego exhibe más su genialidad. El ruso confía mucho en su sabiduría técnica. Los aficionados ya se relamen.
http://elpais.com/elpais/2016/03/28/actualidad/1459199933_316819.html


AJEDREZ/TORNEO DE CANDIDATOS

Kariakin triunfa por su dureza

El ruso, de 26 años, retará por el título mundial a Magnus Carlsen en noviembre en Nueva York

Serguéi Kariakin, al inicio de la partida de hoy en Moscú
Su juego no ha sido el más brillante ni el más rico en ideas, pero la fortaleza nerviosa es fundamental en el ajedrez del siglo XXI, y Serguéi Kariakin ha sido el más duro y templado en el Torneo de Candidatos de Moscú. El ruso, de 26 años, ganó al estadounidense Fabiano Caruana, quien perdió el control cuando se apuró de tiempo, en la partida decisiva de la última ronda.
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“La primera clave de mi triunfo fue concentrarme con mi equipo de ayudantes bajo el sol de Dubái, combinando el entrenamiento con el descanso, para llegar fresco a Moscú. Y durante el torneo, la calma, centrarme en mis partidas, sin prestar apenas atención a lo que hacían los demás”, explicó Kariakin a los periodistas tras ser agasajado por una multitud de aficionados rusos, muy necesitados desde hace años de un compatriota que rete a Carlsen. A pocos metros, Andréi Filátov, el principal mecenas del ajedrez ruso, no cabía en sí de gozo.
Pero toda esa alegría llegó tras una enorme incertidumbre y mucha emoción. Un día primaveral de sol radiante en Moscú incita a pasear por la Plaza Roja, a 200 metros del hotel que aloja a los jugadores, sin abrigos ni gorros ni bufandas. Más de un psicólogo hubiera recomendado a Kariakin y Caruana que, durante al menos 30 minutos, se confundiesen con el gentío que admiraba las murallas del Kremlin, la entrada al Mausoleo de Lenin, la Torre Spassky, la catedral de San Basilio o el señorial edificio de los grandes almacenes Gum.
El inicio de la partida clave, después del saque de honor del niño Ártur Magomédov, campeón infantil de Moscú

Pero casi todos los ajedrecistas creen que necesitan estar absolutamente concentrados en la partida decisiva que van a disputar. Cuando llegaron al escenario, Kariakin parecía menos tenso, y tuvo el detalle, nada más sentarse, de saludar a un niño muy prometedor, Ártur Magomédov, campeón infantil de Moscú, que hizo el saque de honor. Caruana, más tirante, llegó cuando faltaba exactamente un minuto. El saludo entre ambos fue muy correcto. Ni un solo detalle que recuerde la histórica enemistad entre Kárpov y Kaspárov, quienes se odiaban tanto como se necesitaban, cuyas mutuas miradas asesinas dieron la vuelta al mundo hace 30 años.
Caruana podría haber elegido alguna variante que le garantizase una partida larga, posicional, a la espera de que Kariakin se equivocara en algún momento. Pero, dada la dureza que el ruso ha exhibido durante todo el torneo y su virtuosismo en el juego posicional, el ítalo-estadounidense probablemente acertó al arriesgar desde el principio, metiéndose en una aguda variante de la Defensa Siciliana. Había una combinación que le favorecía: si Viswanathan Anand ganase con negras a Péter Svídler en la mesa de al lado, a él le bastaba con el empate. Pero esa especulación no va con su carácter ni con su estilo, de modo que buscó la victoria desde el principio. Y de hecho logró llegar a una situación apropiada para sus fines: muchas piezas en una posición complicada y apuros de tiempo mutuos. El propio Kariakin admitió después que se encontraba incómodo en ese momento.
Fabiano Caruana, durante la partida de hoy

Quién sabe si fue el cansancio acumulado (7,5 horas de lucha el día anterior), o el mencionado control de los nervios lo que desequilibró a Caruana. O tal vez el subconsciente: el análisis nocturno de su partida contra Svídler de la víspera reveló que Caruana pudo haberla ganado varias veces; incluso en el final de torre y alfil contra torre, porque, ante un juego correcto del estadounidense, Svídler tendría que haber entregado su torre antes de la jugada 116, con lo que el ruso ya no hubiera podido reclamar la regla de tablas por 50 movimientos sin captura ni movimientos de peón. De haber ganado a Svídler, a Caruana le habría bastado empatar con Kariakin, y además la tensión para él hubiera sido menor.
El caso es que, justo en ese momento, con Anand y Svídler ya en la sala de prensa porque habían hecho tablas, Caruana hizo una jugada perdedora, cuando aún podía mantener una posición muy complicada y con poco tiempo para ambos en el reloj. Ciertamente, el yerro del estadounidense requería un preciso sacrificio de torre del ruso, pero no era difícil para un jugador de su categoría.
Caruana y Kariakin, juntos durante la conferencia de prensa

Tiempo habrá para análisis más calmados de lo sucedido en un torneo fascinante, con la emoción muy cerca del máximo nivel posible de principio a fin, y la combatividad muy alta a pesar de lo mucho que había en juego. Kariakin, además de revelar que su ayudante secreto ha sido el azerbaiyano Mamediárov (18º del mundo), junto a los conocidos Potkin, Motílev y Dojoián, dejó claro su enfoque del duelo con Carlsen: “Mi hilo conductor no será pensar en quién es el favorito, sino en cómo jugar lo mejor posible ante Magnus”. Y por si hubiera alguna duda sobre el ambiente de ese duelo en comparación con los de Kárpov y Kaspárov, la despejó de inmediato: “Carlsen es un buen tipo. No somos amigos, pero tenemos una relación cordial”.
Clasificación final: 1º Kariakin 8,5 puntos; 2º Caruana 7,5 puntos; 3º Anand 7,5; 4º-7º Aronián, Giri, Svídler y Nakamura 7; 8º Topálov 4,5.
http://elpais.com/elpais/2016/03/28/actualidad/1459176730_634106.html?rel=mas

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