" Soy la primera balsera venezolana"
Entrevista a Patricia Poleo - El Impulso
De haberme quedado, todavía estaría en la cárcel
Voy a volver, voy a regresar, a defenderme. Yo suspendí mi vida hasta que pueda volver
Este juego ha sido muy sucio
Tarde o temprano, Isaías Rodríguez tendrá que responder por esto
Chávez es un proceso que teníamos que vivir los venezolanos
"Salí de Venezuela, por el estado Falcón, a bordo de una lancha que se estaba despedazando. Había mar de leva. Era el sábado 10 de diciembre de 2005. Fue una travesía turbulenta, de nueve horas, con olas de cinco metros. Sufrí mareos, deshidratación y varios desmayos. Tragué agua salada, vomité muchas veces. Fui advertida de que sería difícil, pero aún así decidí zarpar. Mi papá dice que no tengo la enzima que produce el miedo, que eso es una atrofia. Íbamos tres personas, incluyendo a un militar activo. Créeme que no hablo mucho de esto con mis padres. Cuando, al fin, llegamos a Curazao, eran ya las cinco de la tarde. Desde ese momento pasé a ser la primera balsera venezolana".
Patricia Poleo habla, con calma pero sin zafarse de su pasión, siempre desvelada, mientras conduce su auto, por las calles de Miami, donde vive, con visa de turista. Vamos hacia el estudio de Telemiami, para la grabación de su programa "A punto" de esa noche. La ciudad afuera es una ancha y desierta faja de asfalto. Ella se aferra a su negativa de solicitar asilo, porque su ambición, insiste, es retornar. "Voy a volver, voy a regresar, a defenderme".
El 4 de noviembre de 2004, jueves para más señas, le dictaron auto de detención. El Ministerio Público la sindicaba como "autora intelectual", junto al empresario Nelson Mezerhane y el general (r) Eugenio Áñez Núñez, del crimen del fiscal Danilo Anderson. "Yo estaba en clases cuando me avisaron que había una orden de aprehensión en mi contra".
Eso marcó su pase a la clandestinidad. Iba de un sitio a otro, en las maleteras de los vehículos. Su padre, el veterano periodista Rafael Poleo, director de El Nuevo País, y quien también sorbió las hieles del exilio bajo CAP, al que, siendo adeco, combatió, había exclamado: "No la quiero cautiva como Mandela, sino libre como Betancourt".
La policía la rastreaba como perros tras su ansiada presa. Las pesquisas abarcaban un amplio radio: Margarita, Anzoátegui, Vargas. La quinta Bucaral, su domicilio, en la urbanización La Floresta, de Caracas, había sido allanada y registrada desde las 9:30 de la mañana hasta la 1:00 de la tarde. La dejaron en tal desorden que parecía haber sido sacudida por un ciclón. "Revisaron 1.005 disquetes, con mis archivos", precisa ella.
El fiscal Isaías Rodríguez entró en sospechas, porque, según él, la periodista había publicado informes "demasiado exactos" en relación al asesinato de Anderson. "Eran las actas de declaraciones aportadas incluso por una hermana de Danilo, Lourdes Anderson, quien habló de una red de extorsión integrada por los mismos fiscales que me acusan. Esas actas desaparecieron", alega.
-Querían aterrorizarme, hacerme callar.
El hilo de la historia tiene otras vertientes. Uno de sus guardaespaldas murió baleado. Otro sobrevivió, de milagro, a cinco tiroteos en serie.
-De haberme quedado, todavía estaría en la cárcel -suspira, inmersa en los fogonazos de sus recuerdos.
Está enterada de todo cuanto pasa, día a día, en el país. Lo que declaró esta mañana Cilia Flores respecto a la reforma. Lo planteado apenas hace un rato por los estudiantes universitarios, en plan de recalentar la calle.
-¡Cómo me ha dolido la muerte del Cardenal Rosalio Castillo Lara! Vivía llamándonos, a quienes estamos en el exilio. A mí me dijo: "Tú no tienes derecho a claudicar".
-Las autoridades venezolanas han sugerido que pedirán tu extradición.
-Ojalá. Así el gobierno tendrá que presentar las pruebas que dice tener. Y yo podré defenderme. Yo puedo probar que no estuve en Panamá ni en Miami en las fechas que según el testigo estrella del fiscal, Giovanny Vásquez, se planificó el crimen de Danilo Anderson. Yo me quiero defender. En cuanto me abran un huequito, me voy.
-¿Estás consciente de que mucha gente te critica por haber huido? Desde sus cómodas poltronas, lo consideran una cobardía.
-No me gusta responder eso. Hubo periodistas que me criticaron. Decían que mi actuación era política. Ahora ellos también están en la calle, luchando. Yo he dado bastantes demostraciones de mis luchas. A mí me persiguen por no haber bajado la cabeza. Teníamos información de primera mano según la cual el G2 cubano me estaba esperando en la Disip para someterme a quién sabe qué tipo de humillaciones. Por eso es que le echaron mano a esto. En libertad, he podido seguir luchando, haciendo denuncias. Mi papá me pregunta cómo es que desde aquí puedo manejar tanta información. Hay gente que viene aquí a hacerme confesiones. No tengo el estrés que tendría allá. Además, aquí tengo toda la impunidad.
-¿Qué tipo de vida llevas aquí? ¿Vives, realmente? ¿Puedes liberarte en algún momento de tu historia?
-Fíjate que jamás voy a una fiesta. Yo suspendí mi vida hasta que pueda volver. Esto le ha hecho mucho daño a mi familia, no tengo problemas en reconocerlo. Le ha hecho mucho daño a mi hija, Germania. Este juego ha sido muy sucio. Mi mamá es fuerte, y no me ha exteriorizado jamás su angustia.
-¿Qué papel le asignas a Hugo Chávez en tu infortunio?
-Yo tengo la convicción de que detrás de mi caso no está Chávez. Creo que él lo hubiese hecho mejor. Seguramente no habría sido tan chapucero como Isaías, quien, tarde o temprano, tendrá que responder por eso. Chávez quiere salir de él desde hace rato. Pero Isaías ha rogado que lo deje un poco más.
-¿Le guardas rencor, acaso lo has llegado a odiar?
-No. Yo creo que él no puede dormir. No está en paz. Es una persona atormentada. Sé que esto va a pasar. Creo en Dios y en la perfección de su tiempo. Después de esto quisiera que Isaías se sentara un día con mi hija, que hablara con ella, y que él oiga de los labios de ella las cosas por las que ha pasado todo este tiempo. He tratado de darle una vida grata a mi hija. Cumplo con mi deber de levantarla sin odios. Ella sí tenía resentimientos, y, aunque no ha sido fácil, se los he curado. Quiero que no olvide su país, su idioma, quiénes somos. Pero, sobre todo, que no odie.
-¿Cuántos años tiene ella ahora?
-Trece. La traje de once. Ella es modelo adolescente. Yo, como siempre trato de ver el vaso medio lleno, y no medio vacío, le he hecho ver las ventajas de su situación. Tiene a su mamá libre, y ella ha aprendido otro idioma. Yo nunca me imaginé que iba a estar fuera del país cuando mi hija desarrollara.
José Ángel Ocanto
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