Tuesday, December 03, 2013

RENACIMIENTOS. (Deva Prayápati - Jorge Olguin)


RENACIMIENTOS

 ¿Qué es el ser humano? Es una sucesión de continuos renacimientos. Cada renacimiento es una iniciación. Cada iniciación es un despertar a una nueva vida.

 No solamente tenemos una iniciación y de allí la plenitud de la contemplación sino que, por distintas circunstancias, nuestra vida cotidiana se asemeja al mito. De alguna manera, somos aves fénix. A veces, un cambio de lugar, una mudanza, un alejamiento del que era nuestro sitio de pertenencia hace que dejemos parte de nosotros. Simbólicamente, hay una muerte si bien queda el recuerdo y, a veces, ni siquiera eso.

 A medida que vamos creciendo tenemos nuevos amigos, compañeros de estudio y quizá por distintas circunstancias provocadas o ajenas a nosotros, se produce un nuevo fin de ciclo porque cambiamos de ciudad, porque dejamos esa escuela, porque no nos satisfacía lo que estudiábamos y de nuevo dejamos atrás parte de nosotros, parte de nuestro ser y, tal vez, no nos damos cuenta de ello porque estamos tan sumergidos en lo cotidiano que no prestamos atención a lo importante, a que con cada ciclo renacemos, resurgimos de nuestras cenizas, de las cenizas que quedaron del ciclo anterior. Son pequeñas muertes que, a veces, pasamos por alto.

 A medida que vamos teniendo más edad vamos siendo un poquito más dueños de nuestros actos. Seguramente seremos más responsables y, de nuevo, también provocaremos circunstancias o se producirán circunstancias ajenas a nosotros, como en otros ciclos: abandonos, separaciones afectivas, pérdidas familiares, circunstancias que no teníamos en cuenta que nos toman de improviso. Y allí sí, allí sí ya prestamos atención a este cambio de ciclo y sentimos dolor, un inmenso dolor, por esa nueva muerte mitológica que sufrimos. Y cómo nos cuesta renacer porque el dolor nos sumerge en el sufrimiento y, a veces, nuestro mismo protagonismo -falso protagonismo- potencia ese sufrimiento y nos quedamos en el llano. No levantamos, no ascendemos, porque ese dolor nos afectó y ese sufrimiento nos está afectando y no nos permite una nueva iniciación porque no tenemos la vista puesta en el horizonte, en lo nuevo, tenemos la mente ubicada en el lastre del pasado, como un ancla que no se desprende del ciclo anterior, y tenemos que luchar contra ello para poder otra vez resurgir en un nuevo renacer, en una nueva iniciación a una vida que cada vez tiene que ser más plena, más vivenciada.

 Y cual si pelaras capas de una cebolla vas dejando atrás esos ciclos y tu mente, tu captación, se va expandiendo y viene la comprensión, seguramente que no de la totalidad pero tu percepción podrá asomarse por encima de ese muro que le impedía visualizar más allá y va a tener un panorama mucho más amplio, completo. Y si bien cada nuevo ciclo deja una enseñanza a aquel que la sabe captar, los continuos renacimientos van ensanchando esa percepción y podremos percibir la lejanía y el interior. Sí, porque la única manera de poder percibir a nuestros hermanos es percibiendo primero nuestro a interior y redescubrir, 'redescubrir' que allí mora un sin fin de virtudes, que algunas aún no están maduras: la tolerancia, la comprensión, la paciencia, la voluntad.

 Una vez testeado ese interior, comienza, dentro de ese último ciclo, una nueva iniciación que no solamente será para el propio ser sino para poder brindar esas virtudes que se sacaron al exterior a los demás. No más que eso porque cada ser tendrá que vivir su periplo de ciclos continuados, su periplo de renacimientos, pero nosotros ya tendremos maravillosas herramientas para poder tolerar con amor, comprender con discernimiento, abrazar, compartir con gozo. Y si bien -como dije antes- cada ser tendrá que vivir sus propias experiencias, recibirá de parte nuestra la filantropía, la compasión, la piedad, el afecto en compañerismo, la hermandad porque la virtud debe ser brindada, si no deja de ser tal. Y así como la llama sirve tanto para calentarnos como para encender una antorcha y poder ver el sendero, nuestra llama interna sirve para que podamos ver nuestro propio sendero y, de alguna manera, mostrarle el sendero a los demás aun sabiendo que cada uno tendrá que dar sus propios pasos como nosotros dimos los nuestros.

 Y nunca dejaremos de renacer porque somos ciclos y seguiremos siendo como tales.

 Un abrazo fraternal. 

 (Deva Prayápati - Jorge Olguin) 

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