Sócrates
Basado en un ensayo de Débora Olguín.
No llegamos a Sócrates directamente, puesto que él
nada escribió, sino lo hacemos a través de tradiciones
múltiples que nos proporcionan diferentes retratos
de él.
Todos coinciden en proclamar lo extraordinario y
original de este sabio; el hijo del picapedrero y de la
comadrona Fenatera que, vestido con burda túnica y
descalzo, recorría las calles. Se abstenía del vino y de
los manjares delicados. Era de complexión robusta,
de aspecto vulgar, de nariz chata y cara de sileno.
Él expone un nuevo tipo de pensamiento que va a
ser en el futuro el modelo constante de una sabiduría
personalísima. pero antes de enseñar a los demás, ha
debido educarse a sí mismo. Un documento nos revela
que Sócrates era un hombre de pasiones violentas; su
persona era de carácter afable, en tanto no estuviese
encolerizado. Su autodominio era. por lo tanto, una
victoria constante de sí mismo. El temperamento de
Sócrates era demasiado rico para limitarse a su
reforma interior, por lo cual aspiraba a difundir su
sabiduría, pues no quería vivir en el aislamiento,
sino con los hombres y para los hombres, a quienes
les comunicó el bien más precioso que ha logrado:
el dominio de sí mismo.
Sócrates fue el creador de la ciencia moral y el
iniciador de la filosofía de los conceptos, que
impulsaban la idea del bien. La filosofía era para él
la práctica de una vida virtuosa, representada por
moral y sabiduría.
La enseñanza de Sócrates consistía en examinar y
probar a los hombres para conducirlos a darse
cuenta de lo que eran.
Sócrates conducía el interrogatorio de manera que
le demostraba a su interlocutor que ignoraba lo
que él mismo era. Su ironía consistía en mostrarles
que estaban equivocados al creer que se conocían a
sí mismos.
Por medio de la refutación él tenía la misión de
suscitar en los otros la conciencia de su ignorancia.
Así los encaminaba hacia una gran purificación
espiritual, pues solo mediante ella un espíritu cegado
por el error puede reconquistar la vista y hallar el
camino de la verdad.
Sócrates permitía y obligaba a aquel a quien refutaba
a cooperar en forma activa en la refutación.
No anticipaba nociones a sus discípulos, sino que
los obligaba a descubrirlas ellos mismos. Así es
como la refutación lograba su mayor eficacia. Al
engendrar una duda metódica, la convertía en
una preparación necesaria y el estímulo para la
investigación.
Un ejemplo: si un discípulo creía saber todo
porque no tenía duda alguna, él lo colmaba de
dudas y aturdimiento. Con eso no le hacía daño,
sino que lo encaminaba al descubrimiento de
como era el problema en realidad. De esa manera
el discípulo aprendía a buscar la solución,
mientras que antes, sin reflexionar, estaba
convencido de que su verdad era la Verdad.
La refutación representa la etapa preliminar necesaria
para encaminar el espíritu al descubrimiento de la
verdad. Después de la refutación se presenta la
segunda parte del método socrático: la mayéutica o
arte del alumbramiento.
Sócrates dice que sus discípulos nada aprendieron de
él, sino que son ellos quienes por sí mismos hallaron
muchas cosas que ya poseían en su interior. Por eso
la ironía socrática, donde el maestro finge una
pretendida ignorancia, que no es más que una
obligación impuesta por la misma misión sagrada
de abstenerse de la enseñanza dogmática, un
imperativo categórico para el verdadero Maestro.
Sócrates estimulaba la búsqueda, pues en vez de
ofrecer una doctrina, se hacía compañero de
investigación de sus discípulos.
La interrogación del verdadero maestro era en
realidad un método de enseñanza y contenía
una instrucción activa que ejercía, sin que lo
pareciese, un estímulo. Este método supone y
afirma la existencia, en el interrogado, de una
potencia espiritual intrínseca y una capacidad
cognoscitiva que tiende a realizarse.
Creía Sócrates que las virtudes se identificaban con
la razón, considerando que todas eran ciencias y
hasta llegaba a afirmar, recurriendo a la razón, que
donde hay ciencia no puede faltar el dominio de sí
mismo, pues nadie que tenga inteligencia obra en
contra de lo mejor. Y si lo hace es por ignorancia.
Relacionaba el autodominio con la sabiduría y la
falta de ella con la debilidad de carácter, que
transformaba al hombre en esclavo de sus
pasiones.
Sócrates siempre afirmaba que nadie pecaba
voluntariamente y la culpa estaba en la ignorancia,
que implicaba una mala orientación espiritual.
Para él, sabiduría era "vencerse a sí mismo" e
ignorancia era "ser vencido por sí mismo". La
esclavitud del espíritu era un obstáculo para la
virtud.
Sócrates nació en el año 469 a.C. y pasó a la
inmortalidad en el año 399 a.C. con la ironía de
consolar a sus amigos en los últimos momentos,
tras haber bebido la cicuta.
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