Sunday, March 21, 2010

Mis lecturas...el sabernos contener, controlarnos en epoca de crisis...respetarnos a nosotros mismos...cuando hay quimica con otras personas....

Mis lecturas...el sabernos contener, controlarnos en epoca de crisis...respetarnos a nosotros mismos...cuando hay quimica con otras personas.... Una gran leccion de autoestima....y de vivir nuestras vidas sin anhelar la vida de los demas....ser autenticos... nosotros mismos...vibrar en sintonia, con la pareja, los amigos, los grupos donde interactuamos....es decir ...mucha informacion para meditar y reflexionar....


Psicointegración

De Jorge Olguín.

Habló sobre el apoyo moral que podemos dar o nos pueden dar otras personas, desde diversos puntos de vista. También de la autoestima, la indiferencia, la compatibilidad entre personas…




Jorge Olguín: La contención es el apoyar o el sentirnos apoyados y al igual que todo lo que se toca en psicointegración hay infinidad de vertientes sobre el mismo tema.



¿Qué es contener a alguien? Hay muchas maneras de contener. Se puede contener escuchando a la persona mientras la otra persona se descarga, se desahoga durante una hora, y quien contiene ni siquiera precisa abrir la boca: simplemente escucha; y la otra persona puede sentirse contenida de tener un pseudo interlocutor. Digo pseudo porque no es un diálogo, es un monólogo.



¿Qué otras maneras hay de contener? Hay personas que de repente sufren una pérdida y se las contiene mediante la compañía. Y la compañera del otro ya es una contención, de alguna manera.



Pueden estar las dos personas en silencio a diferencia del caso anterior. La otra persona que necesita la contención no habla, simplemente está en silencio, en reposo, sollozando, de la manera que sea, y la otra persona está al lado. No es una figura decorativa, es la persona que acompaña. Es una manera, también, de contener.



Se puede contener a una persona económicamente, se la puede contener a una persona afectivamente, se la puede contener a una persona con personalidad, teniendo una personalidad más firme, más fuerte y la otra persona sentirse contenida, pero así como yo siempre digo que el amor debe ser recíproco –cuando digo debe no lo digo en forma de imposición sino que sería lo ideal que fuese recíproco- bueno, de la misma manera lo traslado a la contención. Pero, –podrían decir algunos- siempre en una relación ya sea de amistad, de pareja, de mamá-hijo, de padre-hija, hay uno que puede tener la personalidad más fuerte, entonces, ¿cómo el otro puede contener?, porque todo ser humano, todo, de alguna manera en la vida, siempre va a haber etapas donde necesite ser contenido, y no hablo de la necesidad egoica de buscar la aprobación del otro, acá estamos hablando de algo mucho más complejo, mucho más profundo, y a veces ambas partes se contienen de distintas maneras de acuerdo a la forma de ser de cada uno. A veces contiene una presencia, solamente la presencia de la persona. Aunque la persona no hable, aunque la persona no sea fuerte, aunque la persona no esté con uno, -uno puede estar mirando televisión o trabajando o estando en el ordenador o computadora y la otra persona puede estar leyendo o descansando- el hecho de que la persona esté, psicológicamente en muchos casos la persona puede sentirse contenida.



También están los casos opuestos: Personas que no se llevan bien, personas que tienen distinta sintonía, personas cuya vibración a veces entra en cortocircuito y en esos casos la persona no se siente contenida; en esos casos la persona se siente desamparada y se encuentra en una soledad peor que si estuviese sola estando en compañía de una persona con la que no tiene ningún denominador en común, ¿no? Eso sería…



Conversante: La otra se siente sola y encima, atacada, digamos.



Jorge Olguín: Sí, pero supongamos que no. Supongamos que fuera indiferencia simplemente, no habría ataque. Supongamos que fuese indiferencia; la misma indiferencia ya hace que la otra persona no solamente no se sienta contenida sino que, encima, se sienta sola. Hay muchos casos que me ha tocado presenciar, vivenciar, donde muchas personas se encuentran solas en multitud porque no tienen nada en común con la mayoría de las personas. Sería muy cruel decir con nadie; sería muy cruel decir con nadie porque siempre uno tiene la esperanza de encontrar a la persona que vibre en su misma sintonía. Pero también he visto casos, y que tiene que ver con la contención o con la no-contención, donde muchas veces nosotros mismos nos sentimos distintos. Pero bueno, no lo estoy hablando desde el punto de la superioridad o desde el punto del complejo de inferioridad; ni de narcisistas ni desde la pedantería ni desde la baja estima, estoy hablando distinto como si fuéramos una raza aparte. Muchísima gente que conozco ha pasado en su mente a veces la figura de que no tenemos nada en común con el resto. Pero insisto para que no haya error, no lo digo desde el punto de vista de la pedantería, de la persona que cruza los brazos y dice: “Soy distinto porque soy mejor”, ni desde el otro punto contrario: “Me siento distinto porque creo que no valgo nada”. Estoy hablando de un tercer punto equidistante: “Me siento distinto porque soy distinto, ni mejor ni peor. No tengo nada común con ellos”.



Generalmente, en la mayoría de los casos, no pasa por ser una fantasía de nosotros mismos que nos creamos esa ilusión, por situaciones, por cosas que hemos vivido, por cosas que hemos pasado, que -de repente- en la primaria, éramos tímidos, no nos integrábamos y entonces éramos los distintos. Y a veces pensamos que todo el mundo puede reparar en nosotros porque los demás pueden notar en nosotros eso distinto. Eso también lo he estudiado y también es una fantasía. Primero y principal, porque el grueso de la gente, el grueso, el común denominador nadan en la extrema indiferencia; entonces, no reparan en el otro. He tenido muchos consultantes que dicen: “No puedo ir a almorzar solo, tengo que ir a almorzar acompañado. Si voy a almorzar solo no me hace digestión la comida, se me pone el estómago duro porque siento que estoy en la mesa y estoy cortando la comida y siento todos los ojos del restaurante puestos en mí”. Infinidad de gente que le ha pasado eso cuando en realidad también eso es una fantasía, porque levantamos la vista y cada uno está en su plato, en su mundo, en su comida. Obvio, si nosotros nos creemos –entre comillas- que los demás nos están mirando y nos ponemos a mirar a todos, va a haber más de uno que repare en nosotros y nos va a mirar. Entonces nosotros decimos: “¡Ah, teníamos razón, ese me mira!”. Y lo miro, y me va a mirar, pero me va a mirar porque lo estoy mirando. Y el otro me va a mirar porque lo estoy mirando. Y la otra me va a mirar porque la estoy mirando.

Muchísimas veces he visto casos así pero en realidad también es una fantasía porque la gente está en la extrema indiferencia y cada uno vive en su mundo, cada uno está en lo suyo sumergido en sus problemas o en nada, pero lo menos que hacen es reparar en alguien. Y si reparan en alguien pueden reparar en alguien porque sea una persona…



Conversante: Famosa…



Jorge Olguín: Dejemos de lado la fama; o que les guste o que directamente les desagrade demasiado: “¡Oh!, Mira esa persona, qué mal vestida”. Y la miran. Incluso la miran con disimulo para que la persona no se dé cuenta, o “¡Qué buen muchacho, qué bonito, qué elegante!”. Y también lo miran, pero también con disimulo. Pero el grueso de la gente pasa inadvertido, es muy raro que presten atención. O sea, que somos personas muy imaginativas en muchos casos, muy imaginativas al punto tal de que creemos que el resto de la gente percibe algo distinto.

La gente es más indiferente de lo que pensamos, incluso es indiferente en una enseñanza, es indiferente en un aprendizaje, es indiferente en un mensaje, no están al extremo que el mensaje les entre por un oído y les salga por el otro pero sí es cierto que la mayoría de las personas viven el momento al momento, pero de una manera… amaestrada, domesticada. Porque no está mal vivir el día al día, yo mismo enseño que el pasado es inmodificable y que el futuro lo vamos haciendo de acuerdo a lo que hacemos en el presente.



Conversante: Digamos, ‘haciendo su rutina’, o sea, que no los saques de eso porque ellos están acostumbrados a eso.



Jorge Olguín: Exacto. Claro. Ahora bien; si esa gente está acostumbrada a hacer su rutina diaria y no los podemos sacar de eso, porque lo he comprobado, tengo amigos que son coordinadores de ventas y lo primero que enseñan a los nuevos vendedores es a no ser estructurados, y el ejemplo que dan la mayoría de los coordinadores, salvo que en estos últimos años hayan cambiado el speech es de que si a un empleado bancario en un escritorio se le cambia la abrochadora de lugar, o de repente los broches o de repente la lapicera, la persona está tan automatizada que al comienzo siente que algo está mal en su escritorio, “Algo está mal, algo me movieron pero no puedo darme cuenta qué es, ¿será la foto de mi familia?, algo, algo”. Están tan estructurados que hasta no se dan cuenta qué les cambiaron de lugar, cuando en realidad, la persona que no está estructurada no siempre tiene las cosas puntuales, no siempre tiene las cosas puntuales. Ese tipo de personas lo menos que va a hacer es reparar en el otro porque ni siquiera tienen fuerza para reparar en sí mismos.



En algunas conferencias que he dado, mucha gente ha levantado la mano cuando he preguntado si alguno de ellos se sentía distinto o que se sentían observados y en una reunión de entre ochenta y cien personas hubo como mínimo entre diez y quince que han levantado la mano. O sea, estamos hablando de que casi un veinte por ciento de las personas han levantado la mano. Y pudiendo dialogar –porque no era un debate sino un diálogo- pudiendo dialogar con cada uno llegamos a la conclusión de que era una situación imaginaria.

¿Qué tiene que ver en todo esto la contención con sentirse distinto? Generalmente, la persona que se siente distinta, como que no pertenece a este género, se auto discrimina; entonces es muy difícil que se sienta compensada, sostenida, va a sentir como que le falta algo, como que es un triángulo que quiere encajar en un hueco cuadrado, como que no entra, como en las piezas de los niños de jardín, que buscan encajar piezas, y mucha gente que siente como que es como una pieza cambiada se siente descontenida. No deja de ser, en la mayoría de los casos una percepción errada de lo que es la sociedad, una percepción errada. No tiene que ver con ser importantes o no ser importantes, tiene que ver en que muchas veces podemos hacer cosas que otros no o no hacer cosas que otros sí, y es como que nos auto relegamos o nos auto condicionamos y eso nos crea un vacío, una falta de contención tremenda. Lo importante es entender que hay decenas o centenas de personas -en este mundo por lo menos- que vibran en nuestra misma sintonía. Lo que pasa, que no tenemos un radar tipo murciélago para captar –irónicamente- el ultrasonido de esas personas. La única manera, el único método que tenemos de conocer personas afines a las que podamos contener y que nos puedan contener es viviendo, vivenciando, estando, intentando disfrutar de las cosas intentando mezclarnos. No es ningún riesgo intentar mezclarnos, porque si yo pongo aceite en un recipiente con agua, por más que lo bata, lo mezcle, lo revuelva, va a haber burbujas distintas hasta que finalmente el aceite flote en la superficie por ser más liviano. O sea, que no se termina mezclando, no va a haber una mezcla homogénea; va a haber una heterogeneidad hasta que después, cuando los líquidos se estabilicen, van a quedar dos grupos homogéneos perfectamente separados. Con los seres humanos pasa eso; a veces nos encontramos con grupos que son absolutamente distintos y por más que queremos compatibilizar no encajamos. Pero eso no es algo fatalista; no es algo fatalista para nada porque de la misma manera que no congeniamos con algunos grupos sí congeniamos con otro tipo de personas. Siempre va a haber gente con la que podemos congeniar. En este sentido yo soy absolutamente optimista.



Hace mucho tiempo atrás, y es una charla que tuve con un amigo, él me decía conversando en su coche: -Me siento tal mal que me gustaría ser como aquellas personas. Y dio el ejemplo de unos trabajadores de una mentalidad muy básica, que vivían felices, como que todo les parecía bien, incluso teniendo un sueldo muy magro y una vivienda muy pobre, una vida muy rutinaria, pero se los veía felices.



Y esta persona me decía: -Daría lo que fuese por cambiarme con ellos.



Y mi respuesta fue: -Yo no.



Y él me decía: -¿Pero a veces, buscando determinados ideales no sientes que te destruyes por dentro? No dijo esta frase, dijo una frase más grosera.



Le dije: -Sí, pero de todas maneras, este soy yo, con mi conocimiento, mucho poco, no importa, con mi personalidad, con mi manera de ser, con mis vivencias, con mis recuerdos… No, claro que no me cambiaría.



-¿Pero no serías más feliz de la otra manera?



-No sé si sería más feliz, sería más ignorante. Ignorante es una palabra que a aquellos que tienen ego ofende, pero que significa desconocer determinados temas, no tiene nada de malo. Yo mismo soy ignorante en infinidad de cosas que no voy a enumerar ahora porque no alcanzaría en diez grabaciones. No, no me cambiaría.



Conversante: El tema pasa por valorarse primero a uno mismo.



Jorge Olguín: No, pero no pasa por valorarse porque capaz que eso tendría que ver, de alguna manera, con el ego; pasa por respetarse más que por valorarse, pasa por respetarse, porque somos seres que tal vez, ansiamos metas que en este momento no podemos cumplir, no podemos alcanzar, nos hace mal, nos podemos poner depresivos pero no dejamos de ser nosotros, no dejamos de ser auténticos. Si cambiáramos -hipotéticamente- la mentalidad por ese ser que no sabe si llega al día siguiente pero sin embargo se ríe, es como que tiraríamos todo por la borda quienes somos, nuestra esencia.



Entonces le dije a esta persona: -No, yo no me cambiaría. Y no importa que me…



Conversante: Porque si no, ¿de qué vale la existencia de uno? Si la cambiarías por otro, entonces, lo que tú eres no vale nada…



Jorge Olguín: Bien. Y supongamos, ¿no es cierto?, que esta existencia tan linda que cada uno tiene y no la cambiaría por otra aunque fuera –como dijo un amigo mío que dijo una genialidad: “No la cambiaría aunque fuera por un ente unicelular”, como que hubieran seres humanos que tuvieran una neurona- somos nosotros mismos, es cierto, y a veces siendo nosotros mismos, sufrimos. ¿Te conforma eso? Tu opción fue la misma que la mía: No te cambiarías por ese trabajador unineuronal, no te cambiarías por él. Aunque aspires a cosas, aunque cosas no te lleguen, aunque sufras por dentro, no te cambiarías.



Conversante: Porque si no, todo lo que somos y toda nuestra existencia, ¿qué sentido tuvo si después lo cambiarías por otro?



Jorge Olguín: Por lo tanto estás conforme como soy.



Conversante: No, pero… sí, digamos, sí, que las cosas son así…



Jorge Olguín: O sea, quedarte conforme o opto cambiarme.



Conversante: Pero cambiar siempre se busca pero para mejor, para mejorar, pero no cambiar lo que yo soy ahora por lo que es el otro.



Jorge Olguín: No por un unineuronal, sino que buscarías crecer dentro de tu misma conciencia. Pero tu avidez, tus deseos no es unirte a la gran masa sino seguir siendo…



Conversante: Quien soy.



Jorge Olguín: Quien eres. Ahora, ¿quién eres?, ¿eres distinto?, ¿distinto a otros?



Conversante: Y depende de qué punto de vista se lo vea, o sea, acá cada persona tiene su esencia, su forma de ser y su cultura.



Jorge Olguín: O.K. Cada persona tiene su esencia, su punto de ser y su cultura; tiene su punto de vista. ¿Pero a veces no te parece como que en multitud son todos iguales? ¿Llegaste a percibir el punto de vista de cada uno? ¿Llegaste a percibir la forma de ser?



Conversante: Yo no diría que son todos iguales. Pero tal vez viste como están en la misma onda vibratoria parecida, parecen parecidos, no iguales, pero pueden parecer parecidos, digamos, similares.



Jorge Olguín: ¿Y los notaste indiferentes?



Conversante: Y cada uno es como que está en la suya pero haciendo lo suyo y siguiendo su camino, y bueno…



Jorge Olguín: ¿Y por qué a veces nos parece como que reparan en nosotros? ¿Por qué a veces nos parece eso? Por lo menos a mí me parece.



Conversante: Supónte que por ahí hay alguna persona que está en cierta onda por el interés de una determinada forma de pensar tuya o mía y por ahí empiezan a… o sea…



Jorge Olguín: No, no hablo de eso, hablo al revés.



Conversante: Por ahí habrá que otra tarde… obtener un nuevo conocimiento de uno o algunas cosas así…



Jorge Olguín: Esto es válido pero no, no hablo de eso, yo hablo de lo opuesto, que a veces reparan como si uno fuera –como se dice en el campo- un bicho de otro pozo.



Conversante: Como que si a uno le dicen…



Jorge Olguín: No, como que te miran si uno fuera un bicho de otro pozo, ¿qué está haciendo esta persona acá?



Conversante: Bueno, pero eso es cosa de ellos. Allá ellos si ellos miran hacia uno, o sea, es su problema, cada uno es como es y punto. Allá ellos si hacen… Es cosa de ellos.



Jorge Olguín: Los que se perjudican son ellos evaluando de esa manera. Correcto. Eso está bien. Ahora, ¿por qué evalúan de esa manera?, ¿porque ellos son los que tienen ego?, ¿porque ellos son los que se sienten distintos?, ¿porque ellos son los que se persiguen?



Conversante: Porque es su forma de percibir las cosas. Es su punto de vista. Lo ven así.



Jorge Olguín: Está bien. Es válido. Ahora, volviendo al tema original de la contención. Con ese tipo de personas que son indiferentes, que tienen un punto de vista distinto, ni mejor ni peor; distinto -porque decir peor o mejor sería prejuzgarlos; aún para bien sería prejuzgarlos. Entonces yo no digo ni mejor ni peor, digo distinto. Distinto no es prejuzgar porque puede haber algo que sea distinto. El aceite es distinto al agua; y no estoy prejuzgando, estoy dando un hecho puntual-. ¿Te podrías sentir contenido por personas que tengan puntos de vista distintos o que fueran indiferentes? ¿Podrían llegar a contenerte a ti como individuo, como persona?



Conversante: Y… depende de lo que sienta cuando estoy cerca de esa persona.



Jorge Olguín: Vamos a partir de la base que no hay una gran sintonía con esas personas.



Conversante: Y entonces es difícil…



Jorge Olguín: Entonces sí que es difícil. Pero bueno, nosotros, como seres humanos, tenemos –si somos pensantes, ¿no?, y si somos prudentemente pensantes- tenemos una ventaja, que podemos refugiarnos dentro de nosotros mismos; entonces nos auto contenemos. Que no se mal interprete; refugiarnos dentro de nosotros mismos no significa escondernos dentro del caparazón, como la tortuga, ni poner la cabeza en un hueco de la tierra como el avestruz o el ñandú, significa hacer una introspección, que esto significa: Si yo en ese momento me encuentro que no tengo con quien dialogar, me meto dentro de mi propio ser con mis recuerdos, con mis alegrías, con mis goces, con mis penas, pero voy retro alimentándome hasta dar con la persona con la cual pueda retro alimentarme. O sea, si no estás conversando conmigo y yo estoy solo, me retro alimento. Es como si fuera mi propia rueda. En cambio, estás conmigo dialogando y nosotros mientras dialogamos podemos hacer un intercambio de energía. Hay infinidad de intercambios de energía. Hay intercambios de energía en el abrazo, hay intercambios de energía en el sexo, hay intercambios de energía en el diálogo. Entonces, uno se puede retro alimentar con la otra persona si la otra persona vibra medianamente en una sintonía similar. Hay personas que no vibran en la misma sintonía y entonces es como que hasta producen un rechazo. Es un rechazo que viene desde de lo genético, no desde lo espiritual, desde lo genético. De todas maneras, lo genético es dado en muchos casos por engramas; pero bueno, eso sería tocar la parte espiritual que en este momento no la quiero tocar. Hay muchos casos donde hay un rechazo desde lo genético, de unas personas hacia las otras. Se ha dado en relaciones de pareja, se ha dado relaciones de amistad, se ha dado en distintos tipos de relaciones ese tipo de rechazos.



En resumen, como para completar esta pequeña charla, es muy importante el contener y ser contenidos, es muy importante. Pero también es muy importante el tener la fortaleza interior para saber contenernos nosotros mismos en épocas de crisis si no tenemos a nadie a mano –a mano figurativamente, porque el otro ser humano no es un objeto, es otro ser humano, entonces, es una manera de expresarnos- cuando no hay nadie cerca para contener o ser contenido, es importante que nosotros mismos tengamos la suficiente aptitud interna para auto contenernos y de esa manera no desestabilizarnos.



No es fácil, no es sencillo, es muy fácil hablarlo como yo lo hablo, es mucho, mucho más difícil llevarlo a la práctica. Lo aclaro: es mucho más difícil llevarlo a la práctica, pero con voluntad, con perseverancia se logra.

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