Recuerdo que cuando era un niño, buscaba hacerlo del modo totalmente contrario, para probarme a mí mismo y a mis padres que era posible una segunda vía. Un día, en la escuela, hice un examen, y queriendo innovar seguí mis métodos de desarrollo, y pensé que había hecho un examen magistral. A los dos días llegó el resultado: reprobado. ¿Cuál fue la causa? No hice lo que el profesor quería. Esto me ayudó a comprender, que no siempre lo que pensamos o queremos va a ser el camino hacia la felicidad.
Ahora trabajo como profesor, y puedo comprobar esa sed de libertad, y esa locura por innovar en las mentes y corazones de tantos jóvenes y personas. El lema, implícito o explícito, es Llevar la contraria, Nadar contra corriente, y todavía más se dice La obediencia es para tontos. La misma moda nos muestra esa carrera por ver quien es el más creativo (pearcings en la lengua, en la nariz, barbas kilométricas, jeans desteñidos, etc.) y no se diga de la moral, en donde lo natural pasó a ser retrógrado, y lo anormal el común parámetro de conducta . Y esa sed nos ciega, hasta el punto de creer que mi modo de vivir es el más lícito y el más excelente.
ese concepto de la obediencia de hacerse someter mi juicio a alguien, ese dejar de lado lo que pienso y quiero para pensar y querer lo que el otro quiera, parece lo más ridículo y loco para este mundo independiente.es el ego que trabaja ahi. por supuesto que tenemos nuestro propio criterio, nuestros juicios de valor, lo que quiero decir es que podemos valorar objetivamente el consejo o la posicion de la otra persona, evaluamos y luego tomamos la desicion, podria ser que apoyemos o reconozcamos el juicio del otro. porque no.
Obedecer implica un granito de humildad, para reconocer y aceptar que en esta ocasión o en otras más, no tengo la razón; implica honestidad y realismo, pues yo no soy el único ser en este mundo, sino que estoy rodeado de personas, que en su mayoría, tuvieron la misma edad que yo tengo, y que pasaron por la misma circunstancia y sienten lo mismo que yo siento.
Obedecer no es acatar rabiosamente o inconscientemente una orden; no es hacer lo que el otro me pide, con la esperanza de que el otro se equivoque. Obedecer es confiar. Así como tú obedeces el semáforo, confiando que es por tu bien, así hemos de confiar también en los demás, sobretodo en los que tienen alguna ascendencia sobre mí: mis padres, mis abuelos, mis profesores, mis jefes de trabajo.
La obediencia en fin, no es para bobos, sino que es para inteligentes, pues la inteligencia busca lo mejor para uno mismo, y cuando lo encuentra, lo presenta a la voluntad y ella lo elige y lo realiza.
Quien no confía ahora, quien no quiere obedecer ahora, los golpes de la vida serán sus mejores maestros. Tarde o temprano, hemos de aprender a dejar de ser tontos, y así aprender a ser inteligentes por el amor y la confianza.
Dios los bendiga a todos.
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